La Cinemateca de Cuba guarda en sus depósitos los documentos del extraordinario cine hecho en la isla. Pero su acervo se encuentra en grave estado de conservación, especialmente afectado por las condiciones climáticas tropicales y la escasez de recursos. En este contexto, la Cinemateca ha puesto en marcha una variedad de convenios con entidades de todo el mundo para salvaguardar sus películas. Luego de restaurar el Noticiero ICAIC Latinoamericano y algunos de sus clásicos de ficción, recientemente las colaboraciones se expandieron para preservar obras menos accesibles y conocidas, como el cine de Sara Gómez y Nicolás Guillén Landrián, dos de las cineastas más innovadoras (y también silenciadas) de la historia del cine cubano. La aparición de pequeños archivos e instituciones educativas con capacidades de digitalización llevó también a que este trabajo fuera posible, y que en 2022 la propia Elías Querejeta Zine Eskola (EQZE) se sumara a la lista de colaboradores.
“En la otra isla” nace para provocar el encuentro entre estos trabajos de restauración, y para dar acceso, de manera privilegiada, a algunas de las piezas cinematográficas de vanguardia más importantes de la historia. El ciclo incluye películas restauradas por el Vulnerable Media Lab (Canadá), el Arsenal-Institut für Film und Videkunst (Alemania), Altahabana Films (Madrid), y la propia EQZE. Además, se incluyen películas recuperadas por Archivistas Salvajes (Cuba-Donostia), un joven colectivo de cineastas cuya misión es rescatar el desconocido cine amateur realizado en la isla.
El ciclo dibuja un mapa con cinco sesiones en las cuales las obras navegan y se cruzan a partir de sus afinidades formales y temáticas. La primera sesión, “Es bueno que esto lo vean en La Habana”, presenta la bellísima película de Nicolás Guillén Landrián, Ociel del Toa, en diálogo con En la otra isla, de Sara Gómez, ambos retratos de habitantes de zonas rurales donde se traslucen las tensiones entre el proyecto revolucionario y las subjetividades populares.
La tensión continúa en la segunda sesión, “Toda mi sangre grita: ¡Mozambique!”, que aborda la discriminación racial en un arco que va desde el discurso humanista temprano de la desconocida El negro, de Eduardo Manet, hasta el grito disidente, lleno de hartazgo e ironía de la sorprendente Coffea Arábiga.
La película de Guillen Landrián anticipa la siguiente sesión, “Segunda mano”, centrada en los filmes que experimentan con la reutilización de materiales pre-existentes y el collage. Dos trabajos canónicos de Santiago Álvarez, L.B.J. y 79 primaveras, dialogan con el remontaje sereno de Isla del tesoro, los gestos tardíos de las luchas anti-imperialistas de Oración, y las raras imágenes de la construcción del mausoleo en honor del Che de Nace una plaza.
En la cuarta sesión, “Cuba trabaja y se divierte”, somos testigos de la compleja organización que requiere el nuevo mundo –asambleas, comités, plenarias, largas discusiones y trabajo a destajo–, al tiempo que asistimos a la potencia de los cuerpos que danzan y gozan –la fiesta, la música, los cantos, los bailes. En la intersección, todas las contradicciones: los debates sobre la capacidad de las mujeres para ocupar posiciones de responsabilidad, la vigencia de las tradiciones de la diáspora africana, la creciente presencia de mecanismos de represión y control de la disidencia.
El programa concluye con De cierta manera, el largometraje de Sara Gómez que vuelve a San Sebastián tras su paso por la sección “Barrios y Pueblos” en 1977 y la retrospectiva “Sólo se vive una vez” en 1988. La película recoge y expande las inquietudes exploradas por Sarita en sus obras previas, proponiendo reflexiones sobre la posición de la mujer en la esfera pública, la lucha de clases, los límites y potencialidades de la acción revolucionaria, todo ello a través de una sofisticada estructura cinematográfica que juega en los bordes de la ficción y el registro documental.
Pablo La Parra y Carolina Cappa