"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Nacido en Ciudad del Cabo, en 1983, se dio a conocer con su ópera prima Shirley Adams (2009). En 2011 su film Skoonheid ganó el Premio Queer Palm en Cannes. Este año presenta en Perlak Living, una revisión del clásico Vivir de Akira Kurosawa a partir de un guion del premio Nobel Kazuo Ishiguro.
¿No le dio miedo volver a versionar un clásico como Vivir de Akira Kurosawa?
Si te soy sincero, me imponía más trabajar con Ishiguro que versionar a Kurosawa. De hecho, la idea de rodar esta película partió de Kazuo y él tenía tanta confianza en su trabajo de escritura y veía tan claro el proyecto que enseguida comprendí que valía la pena intentarlo. Claro que luego, durante el rodaje, cuando estábamos filmando la escena del parque, no pude por menos que acordarme del film original y pensé ¿Dónde nos hemos metido? (risa). Pero fue un momento puntual.
¿Cómo fue la colaboración con Kazuo Ishiguro?
Se dio de manera muy natural y él fue muy generoso conmigo en todo momento. La película se fue gestando durante el confinamiento. Kazuo estaba en Inglaterra y yo en Sudáfrica y nos íbamos mandando lo que escribía cada uno. Él quería que yo estuviera seguro antes de comenzar a rodar y lo cierto es que me dio esa confianza.
¿Por qué decidieron mantener la historia ambientada en los años 50?
Eso fue idea de Ishiguro. A él le interesa mucho esa época y siempre ha manejado la idea de que la sociedad inglesa de aquellos años no difiere mucho del Japón de posguerra. En ambos casos se trata de sociedades marcadas por un estoicismo en decadencia. Es una idea que está en muchas de sus novelas, como por ejemplo “Lo que queda del día”, donde se habla de ese sentimiento tan británico de preferir vivir aislado antes que llamar la atención. Pero no deja de ser curiosa esa analogía entre dos territorios tan distintos en una época donde los países aún mantenían su singularidad. Sí, es irónico porque además se trata de dos países que salieron de la guerra de manera muy distinta, Japón fue arrasado mientras que Gran Bretaña lo hizo henchida de orgullo. Pero si hubiera que trazar un paralelismo, en ambos sitios nos encontramos con una sociedad liderada por una generación de hombres que fueron educados para no destacar y para mantener un perfil bajo, una generación de grises oficinistas.
El color a aquellos años se lo pusieron las mujeres con sus deseos de emancipación, un tema que usted también aborda en la película.
Sí, porque durante la guerra, las mujeres fueron el motor de la economía británica, eso las colocó en una posición diferente a la que mantenían sus madres o sus abuelas. Las mujeres de posguerra comenzaron a manifestar muy decididamente sus ambiciones, sus deseos, fue la primera generación de mujeres empoderadas. Ellas abrieron ese camino que aún estamos recorriendo y en el que queda tanto por hacer.
¿Qué fue lo más estimulante de recrear visualmente aquellos años?
Bueno, Living es mi primer film de época y debo reconocer que eso me llevó a experimentar mucho y a rendir varios homenajes a aquellas obras que más me han marcado. De hecho, la película casi puede asumirse como una carta de amor al cine por mi parte. En la manera de colocar la cámara para filmar ciertos edificios y ciertos interiores me sentí muy inspirado por el expresionismo alemán, mientras que en el uso del color quise dejarme llevar por la estética del cine de Hollywood de los años 50 y también por la de las películas inglesas de esa misma época.
Jaime Iglesias