"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Asta (Amalie Ibsen Jensen), la protagonista de A Human Position, segundo largometraje del realizador noruego Anders Emblem, es una periodista en un pequeño pueblo costero. Tiene una buena vida, una buena casa y una buena relación de pareja con su novia. No hay explicaciones explícitas, por tanto, a la melancolía que trasluce; eso prefiere dejarlo Emblem abierto al espectador. Que las imágenes, fijas, como fotografías, en las que se capturan diversos momentos de su vida cotidiana, hablen por sí mismas al espectador.
En un momento de falta de inspiración en su trabajo, la noticia de que un refugiado va a ser devuelto a su país de origen despierta en Asta un interés particular. “Este caso actúa como reflejo de su propia situación. Ella está tratando de encontrar su espacio, como el que le niegan a ese refugiado. Sin embargo, su situación es privilegiada, hay una enorme distancia entre su comodidad cotidiana y la situación que padece esa persona. En última instancia siente que se está cometiendo una injusticia y la desazón que siente le lleva a reflexionar sobre cómo funciona nuestra sociedad y nuestra impotencia para poder cambiar las cosas”, explica el director. Asta comentará su frustración con su novia Live (Maria Agwumaro), pero no hay respuestas explícitas. “No existía la responsabilidad de transmitir nada específico, era todo muy abierto, es en la audiencia sobre la que buscamos una reacción”.
La apuesta formal de la película es la auténtica declaración de intenciones. La imagen fija como materia prima. “Trabajo con imágenes, la narrativa es algo que se crea con el público”, explica el director. “Tengo una forma muy visual de escribir. Primero identifico los encuadres y después escribo el guion. Busco una historia para esas imágenes, que parecen fotografías, y encajo a los personajes, quizás en el mismo set de rodaje. A veces funciona y a veces no. Para las actrices también supone un reto trabajar en un espacio tan restringido, ya que la cámara no puede seguirles, tienen que trabajar de forma natural dentro de ese encuadre”.
La búsqueda de la naturalidad es también importante en su propuesta, porque no quiere renunciar al realismo. Lo que busca es combinarlo con el estatismo que ofrece. “Buscaba una manera de hacer realismo, pero con una cámara fija. Me gusta el estilo que utilizan directores como Kaurismaki o Jarmush, que extraen humor del estatismo. Pero en mi caso lo que quería es ofrecer realismo sobre esa misma apuesta formal”.
El realizador noruego admite que su cine no es comercial y que sus silencios y su estatismo rompen radicalmente con los tiempos acelerados e hiperdinámicos que vivimos. “Me gusta que el cine sea una herramienta para hacer un break, un descanso en tu vida, tomarte tu tiempo, sin interrupciones, para llorar, o reir, o reflexionar. Muchas de las formas de consumir entretenimiento hoy en día no son descansos, no desconectas… Es bueno que tengamos algo que nos permita la desconexión y la reflexión. Me gusta que el cine pueda ofrecer eso”.
Gonzalo García Chasco