"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Takayuki Fukata (Yokohama, Japón, 1988) estudió cine en la Universidad Tokyo Zokei. Ha rodado varios cortometrajes y estrenó su primer largo, Forgotten Planets (2018), en el Festival Entrevues Belfort. Además, ha fundado un cineclub en un barco, “The Movie Theatre Floating on the Sea”, donde se muestran los trabajos de jóvenes cineastas japoneses. Su nueva película, una joya insólita de 44 minutos, se estrena internacionalmente en San Sebastián.
Zabaltegi pone a competir todo tipo de metrajes. Aún así, el mediometraje no es muy común. ¿Fue algo deliberado desde el guion?
No, el guion no estaba pensado como un mediometraje. En el montaje terminamos con una corte de 44 minutos y así tenía que ser. Es cierto que para participar en las categorías tradicionales de los festivales internacionales sería mejor que tuviese más de 60 minutos…
¿De dónde nace la idea?
Aunque no es una historia real, es muy cercana a mí. Esa condición de todos los hermanos, jugando juntos de pequeños, que maduran y se distancian. Itchan and Satchan cuenta esa separación.
Hay un momento muy emotivo en el film, cuando irrumpen una serie de fotos familiares.
Las fotos que aparecen en la película son de mi abuela con sus nietas, es decir, mis primas. La historia de las dos hermanas es inventada pero donde rodamos es la casa es de mi abuela, que ahora vive en una residencia de ancianos. Quería mezclar dos capas de tiempo en la película, el tiempo propio de la ficción e introducirle el tiempo de mi abuela, con las fotos. Tomé el reto de mezclarlos para ver como lo recibía el espectador.
Hacia el final de la película parece que da importancia al nombre de las personas como misterio y juego.
Sí, lo que cantan es una canción infantil tradicional: “¿Qué nombre, qué nombre, qué nombre le vamos a poner?”… Quería relacionarlo con las niñas que vemos en las fotos y el embarazo de Itchan. También entre las dos hermanas existe ese juego de nombrarse repitiendo sus nombres como un deseo de comunicarse.
Es muy sugerente el giro misterioso y mágico que toma la narración, muy ligado al tratamiento del espacio, de la casa.
De hecho, surge de cómo recuerdo la casa de mi abuela cuando iba de pequeño. Durante el día no pasaba nada, pero de noche se convertía en un lugar desconocido y me daba miedo. Por esta razón hice un “homenaje” a esa sensación de misterio. La canica parece que pueda representar esa paradoja espacial o el encuentro y desencuentro entre las hermanas.
Para mí la canica representa la infancia. Me pasa mucho que el público la vincula con la relación de Itchan y Satchan. Para mí, realmente, no tenía una correlación tan clara.
La película, rodada en blanco y negro, tiene mucha fuerza estética y sus últimos trabajos son cortometrajes en fílmico.
Escogí el blanco y negro porque los colores de la casa se apreciaban mejor con el ojo humano que con la cámara. Y sí, 3 minutes and 48 seconds on 2nd April 2020 (2020) y Me/Another me (2021) los filmé en película de 8 mm. Este último también está rodado en casa de mi abuela… Me gusta trabajar con ese espacio como recuerdo.
¿Sus siguientes proyectos también irán en esa línea?
No estoy trabajando en ningún proyecto ahora mismo, pero sí seguiré explorando estos dos temas: las mujeres y el registro recuerdo. No es algo que me defina como persona, aunque siempre que desarrollo un guion, de forma natural, me salen.
¿Referentes japoneses, internacionales…?
Damien Manivel y Víctor Erice. Japoneses... Nobuhiro Suwa y Mikio Naruse.
Marc Barceló