"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
En 2008, María Zamora se implicó en la producción de Acné, el primer largometraje del director uruguayo Federico Veiroj. Tres años antes había participado en la producción de Las mantenidas sin sueños, de los argentinos Vera Fogwill y Martín De Salvo. Y ahora se encuentra en San Sebastián como presidenta del Jurado de Horizontes Latinos. “Muy relajada, vine a disfrutarlo. Admiro el trabajo de mis compañeros del Jurado, seguro que tendremos opiniones distintas a medida que vayamos viendo las películas, pero para mí, estar aquí es un regalo”, nos comenta la productora después de que hayamos repasado un poco su coherente e intensa trayectoria.
Volvemos a Acné, su segunda producción con Latinoamérica. “Coincidí en Madrid con Veiroj, me pasó el guion y decidimos entrar en la producción del film. Después hemos hecho varias películas con México y Colombia. A raíz del Foro de Coproducción de San Sebastián conocemos a nuevos productores y directores”. ¿Y que la lleva a interesarse en un proyecto, intuir que allí puede haber una buena historia y una mejor película? “Yo soy de Económicas, no he estudiado cine. Funciono desde la intuición, hallar historias que me emocionen. Con el tiempo, además, he logrado esa conexión con los cineastas, entendernos bien, porque esto es un trabajo conjunto y debemos ver la película desde una misma perspectiva. Eso es definitivo para implicarse en un proyecto”.
Zamora tiene una marcada línea de producción: ha trabajado con León Siminiani, Nely Reguera, Carla Simón, Nuria Giménez, Liliana Torres, Javier Rebollo, Carlos Marques-Marcet y Clara Roquet, lo más estimulante de las últimas generaciones que abogan por temas y construcciones narrativas distintas sin ser películas radicales. “Siempre intento buscar proyectos viables”, nos explica. “Durante muchos años no han existido fondos específicos para ayudar a este tipo de cine. Ahora, desde el ICAA y en algunas comunidades autónomas, se apuesta por producciones minoritarias, sin estrellas y con presupuestos más bajos”.
Ha dado en la diana en muchas ocasiones. Estiu 1993, de Carla Simón, fue una auténtica revelación que se llevó premios en Berlín y Málaga, además de los Goyas a la dirección novel, actor secundario y actriz revelación. Libertad, de Clara Roquet, participó en la Semana de la Crítica de Cannes. “Me habían gustado los cortos de Clara, y sus guiones con Carlos Marques-Marcet”. Le comento que ahora está enfrascada en tres películas, La virgen roja de Paula Ortiz, Creatura de Elena Martín y La mitad de Ana, debut en la dirección de la actriz Marta Nieto, y me quedo corto. Porque, además, el 27 de septiembre inicia la producción de Matria, debut de Álvaro Gago, y ya está en fase de posproducción de Alcarrás, el nuevo film de Carla Simón, “muy ambicioso y que ha requerido una gran preparación ya que es un film híper-coral, con no actores, muchos niños, adolescentes y animales”. El próximo verano rodarán la película de Elena Martín. “La virgen roja es una idea propia que le propuse hacer a Paula Ortiz. Es la que quizá tiene un mayor potencial comercial, un relato de época con algo de thriller psicológico y la relación tóxica entre una madre y una hija”. Un no parar, aunque de momento se impone ver películas, para juzgarlas o no, en el Zinemaldia.
Quim Casas