Suzanne Lindon (París, 2000) es la directora más joven este año en la sección New Directors. Participa con 16 Printemps (16 primaveras) sobre una joven adolescente que se enamora de un hombre mayor que ella; su ópera prima escrita, dirigida y protagonizada por ella misma, que fue seleccionada en el Festival de Cannes y en el TIFF de Toronto, y llega ahora a las pantallas donostiarras.
¿Cómo te sientes ante el estreno de 16 Printemps en el Zinemaldia?
Creo que dar mis primeros pasos de esta manera era algo muy inesperado. Estoy muy contenta, pero también siento algo de miedo escénico, por supuesto, porque cuando se está muy ligada a algo que consideras muy preciado, da miedo que pueda salir algo mal, pero me siento muy honrada del reconocimiento profesional recibido primero en Francia y luego a nivel internacional, y aquí en San Sebastián; es algo que me llega al alma, porque yo quería que la historia fuera universal, y el hecho de que sea comprendida en diversos países, con puntos de vista diferentes, es muy gratificante.
En 16 Printemps seguimos a una chica solitaria, que a priori tiene todo lo necesario para ser feliz, pero su mundo le aburre.
Acabo de cumplir los veinte, vengo de una generación nueva, y para mí era importante ser ‘altavoz’ —y lo digo entre comillas porque no pretendo auto-proclamarme la voz de mi generación—, me parecía pertinente mostrar que ser adolescente no significa
siempre vivir en permanente conflicto con todo lo que te rodea. Era importante que no hubiera razón lógica para que se sienta diferente al resto, porque es un aspecto de la vida que no se puede explicar. Ella forma parte de una familia con la que se lleva bien, con la que se siente cercana, pero a pesar de eso ella está desplazada. La familia me ayudó a construir la historia de la película, y a aligerar el tono, porque me permitía momentos más irónicos, y divertidos, con respecto a la intensidad de los momentos de amor, más profundos e intensos.
El personaje que interpretas tiene 16 años. ¿Comenzaste a escribir esta película pensando que serías la actriz principal, o fue una decisión posterior?
La génesis del guion arrancó hace cinco años, cuando tenía quince. Creo que siempre he sentido ganas de actuar, pero provengo de una familia que se dedica a la interpretación, por lo que me daba miedo asumirlo en plenitud y no sabía posicionarme con respecto a ello. Necesitaba encontrar la manera de sentirme legitimada para hacerlo, y escribirme un papel a mi medida resultó el camino lógico. Luego, poco a poco comencé a escribir, la película fue tomando importancia, y tomé la decisión de asumir tanto la escritura y la interpretación, como la puesta en escena y la dirección, porque me permitía encontrarme en la fusión de todas esas funciones.
¿Cómo ha sido la experiencia del rodaje?
Nunca antes había escrito, ni dirigido, ni interpretado. Partir de cero en todo me obligó a fortalecerme con respecto al reto y me hizo muy consciente del trabajo que exigía. Al principio era complicado sentirme muy segura, pero desde el primer día de rodaje me sentí cómoda en cada una de mis funciones y no llegó a ser un obstáculo sino que se convirtió en algo muy natural e instintivo. Teníamos muy pocos días para filmar por razones de presupuesto por lo que ya había planificado todo muchísimo antes del rodaje. Sabía exactamente lo que quería, y además no había tiempo para replantearse nada, tenía que tomar decisiones muy tajantes y la energía de esa presión, esa dinámica, me ayudó a no perderme.
Entonces, ¿no hubo mucho espacio para variaciones con respecto a lo que habías planeado rodar?
La adolescencia es muy extrema, hay momentos muy extrovertidos, ligeros y divertidos, y hay situaciones de encierro y bloqueo interior, mucho más serios. Y quería reflejar esos opuestos. Tenía claro que el ritmo de la película iba a ser muy particular, con apenas diálogos, donde la acción transcurre en los gestos y en las atmósferas, porque me interesaba retratar ese pudor de la película, y de la historia de amor, así como el mundo interior de la chica, su rutina y su aburrimiento. Son elementos que estaban muy presentes en la escritura y la puesta en escena vino a reforzarlos más aún, ya que a la hora de confrontar la gestión del espacio, tenía que situar a mi personaje en medio de un grupo del que necesita desbancarse, por ejemplo. Son detalles muy importantes de medir y plasmar en las escenas, de la misma manera que en el montaje he querido respetar el ritmo de la película, y por eso hay escenas cortadas de manera abrupta, con secuencias inacabadas, o que no empiezan donde se supone que deberían hacerlo. Siempre digo que es como si les quitara la palabra a las secuencias, porque para mí era importante que la película fuera muy ligera, incluso cuando trata temas muy profundos.
Amaiur Armesto