Nacido en Barcelona en 1970, Jaime Rosales consiguió concitar elogios ya desde su primer largometraje, Las horas del día (2003), que obtuvo el premio de la Crítica Internacional en la Quincena de Realizadores de Cannes. Con La soledad (2007) ganó los Goyas a la mejor película y al mejor director y con Tiro en la cabeza (2008) fue seleccionado por primera vez para el Zinemaldia, compitiendo en Sección Oficial. Este año presenta en Perlak Petra tras haberla estrenado en el último festival de Cannes.
La historia que narras en Petra es casi la de un folletín del siglo XIX pero, sin embargo, logras subvertir los cánones de representación asociados al mismo, ¿Cómo te planteaste esta película?
Digamos que el punto de partida fue la imagen de una chica que, a la muerte de su madre, comienza la búsqueda de su progenitor cuyo nombre siempre se le había ocultado. Sobre esta anécdota busqué inspiración en las grandes tragedias clásicas y, prescindiendo de toda vergüenza y restricción, quise forzar el desarrollo de la acción hasta los límites más extremos. Eso sí, paralelamente busqué un lenguaje fílmico que fuera lo más opuesto posible al lenguaje folletinesco o televisivo con elipsis, fueras de campo y una narración no lineal.
¿Cómo has abordado la creación de ese lenguaje fílmico?
Cuando planeo mis películas siempre trabajo sobre tres ejes: el narrativo, el cinematográfico y el económico. Desde el punto de vista narrativo me centro en darle una forma a la historia para que esta tenga un final satisfactorio a partir del desarrollo de ciertos giros argumentales. A partir de ahí busco un lenguaje específico para la propuesta que me suponga un reto intentando que también lo sea para el espectador.
¿Y el trabajo con los actores? En todas tus películas, pero en Petra especialmente, hay un naturalismo expresivo detrás del cual se intuyen horas de ensayo.
Aunque la dirección de actores sea una técnica en sí misma, a mí me gusta emplear en una misma película diferentes técnicas para cada uno de los intérpretes que participan en ella. Yo a los actores los divido en tres categorías: está el actor de cine y teatro de toda la vida, con una formación clásica, como Marisa Paredes en Petra; los actores con una técnica más moderna como Bárbara Lennie o Álex Brendemühl; y aquellos que no son profesionales como Joan Botey. El reto pasa por mezclar estilos y conseguir un tono homogeneo a partir de improvisaciones dirigidas.
La película presenta una estructura muy peculiar con una división en capítulos desordenados. ¿Por qué esta elección?
Es una estructura que estaba pensada desde el principio. No solo se trata de una estructura no lineal sino que cada capítulo va acompañado de un rótulo con unas palabras que brindan al espectador una información o, en otros casos se la oculta. El suspense y la sorpresa son el combustible de cualquier película.
Luego está el tema de la memoria histórica que usted toca de soslayo pero que entronca con la búsqueda que el personaje de Petra lleva a cabo de su padre.
Decía Bresson que hay que esconder bien las ideas que inspiran una película a fin de que el público las encuentre y que las ideas más importantes son las que deben estar más ocultas. Esa idea que apuntas, pese a parecer algo anecdótico, está en el origen de este proyecto y me alegra que lo hayas detectado.
Hay una frase en la película donde se apunta a que no hay belleza sin verdad. Para usted, como cineasta, el arte ¿tiene como misión la búsqueda de la verdad?
Sí, sin duda. Una de las misiones del arte es justamente esa y el cine, como arte, debe aspirar a buscar la verdad aunque no sea una tarea fácil. Sobre todo porque frente a la ciencia que emprende esa misma búsqueda desde la razón, el cine busca la verdad a través de la emoción y de la intuición. No es que tú como director conozcas la verdad de antemano y te sirvas de tu película para revelarla sino que se trata de un misterio que has de descubrir.
Petra estuvo presente en la Quincena de Realizadores de Cannes. ¿Qué supone este festival en su carrera?
Estar en un festival como Cannes, o aquí en Donostia, es un sueño. De entrada, significa que tus películas han pasado un filtro de calidad y que interesan. Pero, al final, se trata de una etapa intermedia porque lo realmente importante es la reacción del espectador cuando la película se estrena en salas.
Jaime Iglesias