"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Autor de películas como Summer Wars (2009) o Wolf Children (2012), Mamoru Hosoda (Kamiichi, 1967) es uno de los grandes maestros del anime. En 2015 participó en la Sección Oficial con El niño y la bestia. Tres años después presenta en Perlak Mirai.
¿Dónde encontró la inspiración para esta película?
Cuando tuvimos a nuestro hijo pequeño, el mayor tenía tres años y lo cierto es que aquél acontecimiento tuvo una incidencia muy fuerte sobre él. Al conocer a su nuevo hermano, su comportamiento cambió drásticamente y eso tuvo su reflejo en toda la familia. Aquella situación me inspiró para escribir esta historia.
Todos sus filmes son aproximaciones al universo emocional de los niños ¿Qué es lo que le atrae de ellos?
Lo interesante de los niños es ver los cambios que se producen en ellos según van creciendo. Son seres llenos de dinamismo que evolucionan a una velocidad de vértigo. Los adultos, por el contrario, aunque queramos cambiar apenas lo hacemos, somos bastante rígidos en ese sentido. Me gusta la idea de que mis películas puedan inspirar un deseo de cambio en los adultos tomando como referencia a los niños que aparecen en ellas.
En Mirai elige un registro de corte naturalista pero lo combina con elementos fantásticos ¿por qué?
Todos los adultos hemos sido niños anteriormente del mismo modo que lo fueron nuestros padres o nuestros abuelos. Me parece importante incidir en esta idea que, a su vez, ilustra el ciclo de la vida. Está claro que a nuestros hijos no los tratamos de igual a igual pero si tuviéramos la oportunidad de viajar en el tiempo y de confrontarnos con el niño que fuimos o con el adulto que seremos, esa relación cambiaría.
El cine de animación tuvo que soportar, durante años, el estigma de ser algo infantil. Usted y otros directores japoneses han contribuido a conferirle legitimidad a ojos del espectador internacional ¿Es consciente de ello?
Lo que ocurre es que, durante años, las únicas películas de animación que contaban con distribución internacional eran las norteamericanas. Si analizamos los filmes de Disney, nos damos cuenta que la mayor parte de ellos tienen una estructura muy rígida donde lo que se prioriza es el entretenimiento infantil. Frente a eso, en Japón trabajamos sobre historias que también puedan interesar a otro tipo de público porque de lo que hablan es de aspectos de la vida.
Usted fue el primer cineasta en competir por la Concha de Oro con un film de animación ¿cómo afronta este retorno al Festival de San Sebastián?
Estoy muy orgulloso de volver aquí. Hace tres años San Sebastián decidió incluir en su sección competitiva una película de dibujos animados como El niño y la bestia y lo que más me gustó es que noté como los espectadores se confrontaron con ella sin atender a esta especificidad. Aunque Mirai la presenté en Cannes, quise retornar a este Festival en señal de agradecimiento.
Jaime Iglesias