La retrospectiva de Joseph Losey ofrecerá sus 32 largometrajes y 6 cortometrajes en la 65 edición del Festival de San Sebastián.
Joseph Losey representó en los años sesenta la máxima expresión del denominado cine de autor (o de arte y ensayo) con obras como The Servant (El sirviente, 1963), King and Country (Rey y patria, 1964), Accident (Accidente, 1967) y The Go-Between (El mensajero, 1971), todas, menos la segunda, escritas por el dramaturgo Harold Pinter. Pero antes de convertirse en una figura preeminente del cine de autor europeo, vivió la compleja situación que afectó a tantos represaliados en la caza de brujas emprendida en Hollywood a partir de 1947. Su obra se divide en tres periodos, el inicial en el cine estadounidense hasta principios de los años cincuenta, el prestigio alcanzado en Inglaterra en los sesenta y setenta y una última etapa más itinerante que le llevó a trabajar bajo producción italiana, francesa y española.
Nacido en La Crosse, Wisconsin, en 1909, Losey orientó sus pasos hacia el periodismo escrito y radiofónico, para pasar después al medio teatral. Su abierta orientación de izquierdas le llevó a poner en pie montajes de obras de Bertold Brecht y a residir una temporada en la antigua Unión Soviética para estudiar nuevos conceptos teatrales. A finales de los treinta empezó a dirigir cortometrajes en el seno de la Metro Goldwyn Mayer y debutó en formato largo en 1948 con The Boy with Green Hair (El niño de los cabellos verdes), una alegoría contra las guerras, los totalitarismos y la intransigencia ante la diferencia, producida por RKO. Aunque pudo realizar varias películas de cine negro de bajo coste y con un indisimulado componente social –The Lawless (El forajido, 1950), The Prowler (El merodeador, 1951) y The Big Night (1951), las tres escritas por guionistas represaliados por el Comité de Actividades Antiamericanas, Daniel Mainwaring, Dalton Trumbo y Ring Lardner Jr.–, e incluso un ‘remake’ de la célebre M de Fritz Lang en 1951, su nombre apareció en las listas negras debido a la orientación de sus primeros filmes y fue acusado de pertenecer al Partido Comunista norteamericano.
Cuando es llamado a declarar, se encuentra en Italia rodando Imbarco a mezzanotte / Stranger on the Prowl (1952). Decide no regresar a los Estados Unidos e instalarse en Inglaterra. Estrena este filme con el seudónimo de Andrea Forzano y los dos primeros que realiza en su país de adopción no llevan su nombre por cuestiones sindicales: The Sleeping Tiger (El tigre dormido, 1954), primera colaboración con uno de sus actores fetiche, Dirk Bogarde, aparece acreditada a Victor Hanbury, y The Intimate Stranger (Intimidad con un extraño, 1956), la firma como Joseph Walton.
Losey se asienta en el cine británico en un momento de transformación. Es el auge del Free Cinema, tendencia de la que no participa aunque algunas de sus primeras películas de los sesenta tengan un cierto aire realista y social, pero también de la productora de cine fantástico Hammer Film, para la que Losey empezó X The Unknown (1956), de cuyo rodaje sería apartado y substituido por Leslie Norman, y dirigió después The Damned (Estos son los condenados, 1962); ambas son las únicas incursiones de Losey en los dominios de la ciencia ficción.
Tras un amago de integración en la gran industria cinematográfica británica con The Gypsy and the Gentleman (1958), producción de la compañía Rank protagonizada por Melina Mercouri, su obra alcanza un notable interés a partir del filme de intriga Blind Date (La clave del enigma, 1959) y el drama carcelario The Criminal (El criminal, 1961), en el que inicia su colaboración con el otro actor con el que mejor se entendería, Stanley Baker. Hasta mediados de los setenta, Losey combina películas muy personales en las que reflexiona sobre las relaciones de poder (entre hombres y entre instituciones) a partir de una puesta en escena repleta de símbolos (su particular utilización de las imágenes especulares), con títulos de apariencia en principio más comercial servidos por las grandes estrellas del momento e inspirados en obras muy populares o de indudable prestigio literario.
Al primer grupo pertenecen la película que mejor define su obra, The Servant, con la incisiva escritura de Pinter y el duelo actoral entre Bogarde y James Fox, además de Accident (Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes), The Go-Between (Palma de Oro en Cannes) y el alegato antibélico King and Country, cuya acción acontece en las trincheras británicas durante la celebración de un juicio sumarísimo por deserción, en la Primera Guerra Mundial. En el segundo grupo se integran obras como Eve (Eva, 1962), adaptación de una novela de James Hadley Chase, protagonizada por Jeanne Moreau y primera de las muchas películas que Losey consagrará a personajes femeninos que irradian una extraña fascinación; Modesty Blaise (Modesty Blaise, 1966), iconoclasta versión del cómic de espionaje de Peter O’Donnell y Jim Holdaway interpretada por Monica Vitti; Boom (La mujer maldita, 1968), una pieza de Tennessee Williams servida por la explosiva pareja Elizabeth Taylor-Richard Burton; Secret Ceremony (Ceremonia secreta, 1968), drama sicológico y claustrofóbico interpretado de nuevo por Elizabeth Taylor, junto a Robert Mitchum y Mia Farrow; A Doll’s House (Chantaje contra una esposa, 1973), según la pieza de Henrik Ibsen y con Jane Fonda, David Warner y Trevor Howard, y A Romantic Englishwoman (Una inglesa romántica, 1975), otro de sus filmes definitorios, un juego triangular intenso y malévolo escrito por Tom Stoppard e interpretado por Glenda Jackson, Michael Caine y Helmut Berger.
En este fecundo periodo, Losey realizará obras muy abstractas como Figures in a Landscape (Caza humana, 1970), en la que narra la huida de dos presos perseguidos por un misterioso helicóptero –el guion está escrito por el actor Robert Shaw, protagonista junto a Malcolm McDowell, y el filme compitió en San Sebastián–, y Mr. Klein (El otro señor Klein, 1976), con Alain Delon en el papel de un hombre sin principios durante la ocupación nazi en Francia que es acusado de ser judío (ganadora del César a la mejor película). Pero rodaría también filmes de transparente acento político como L’assassinio di Trotsky / The Assassination of Trotsky (El asesinato de Trotsky, 1972), con Delon como Ramón Mercader y Burton en el papel de León Trotsky, y Les Routes du sud (Las rutas del sur, 1978), continuación de La guerre est finie (La guerra ha terminado, 1966) de Alain Resnais, escrita nuevamente por Jorge Semprún y con Yves Montand repitiendo su papel de exiliado español en permanente conflicto ideológico.
Losey volvió a Brecht muchos años después con una adaptación al cine de Galileo (1974), según la traducción al inglés que había realizado Charles Laughton y con Topol, muy popular entonces gracias a Fiddler on the Roof (El violinista en el tejado, 1971), en el papel principal. Hizo también ópera filmada –Don Giovanni (Don Juan, 1979), con Ruggero Raimondi– y realizó en Francia La Truite (1982), con Isabelle Huppert en otro de los complejos personajes femeninos del cine del director. Su última película es Steaming (1985), inédita en España como la anterior. Se trata de una obra de raíz teatral protagonizada por Vanessa Redgrave y Sarah Miles y ambientada en un baño turco londinense el día de su cierre, reservado solo a clientes femeninas. Losey no pudo ver el montaje definitivo de la película, ya que falleció en junio de 1984, casi un año antes de que se presentara en Cannes.
La relación de Losey con el Festival de San Sebastián resultó siempre complicada a causa del régimen franquista. Además de Figures in a Landscape, se presentaron en el certamen The Sleeping Tiger, Boom y, en sección informativa, The Go-Between. The Romantic Englishwoman también estuvo seleccionada, pero el director y Glenda Jackson no acudieron al Festival en señal de protesta por las últimas sentencias de muerte firmadas por Franco.
La retrospectiva está organizada conjuntamente con Filmoteca Española y cuenta con la colaboración del Museo San Telmo (San Sebastián), la Filmoteca Vasca y CulturArts-IVAC (Valencia). El ciclo se completa con la publicación de un libro sobre el director coordinado por Quim Casas en el que han participado diversos autores españoles y británicos.
Tras su proyección en San Sebastián, la retrospectiva se programará en la Filmoteca Española, en Madrid, en octubre y noviembre.
PELÍCULAS
Después de varios cortos para la administración pública estadounidense y la Fundación Rockefeller, Losey debutaría en el terreno de la ficción con este corto de animación mediante marionetas que explica el uso e importancia del petróleo. Fue presentado en la Exposición General de Nueva York de 1939.
Corto de 20 minutos auspiciado por la Fundación Rockefeller para la National Youth Administration. Documenta el programa de inserción profesional para jóvenes promesas de extracción humilde dirigido por la administración pública estadounidense.
Corto de 18 minutos producido por la National Association of Nursery Educators. Relata lo que ocurre durante una jornada en un campo de verano para niños situado en la vanguardia de la moderna educación infantil. Narrado por Lloyd Gough, actor posteriormente represaliado en la caza de brujas.
Un instructor de la academia de policía narra a los cadetes la historia de un agente que empezó a intimar con mafiosos. Primera aproximación de Losey al drama policial. El film pertenece a Crime Does Not Pay, una serie de cortos producidos por Metro Goldwyn Mayer en los años 30 y 40.
El primer largometraje de Joseph Losey fue un relato fantástico que plantea interesantes cuestiones sociales y políticas. Peter Fry, un muchacho que perdió a sus padres en la guerra, lleva una vida normal en una plácida población americana hasta que un día sucede algo increíble: sus cabellos se vuelven verdes. ¿Serán capaces todos aquellos que lo rodean de aceptar al diferente? Una parábola en plena caza de brujas cuyo mensaje conserva toda su validez hoy en día.
Losey se adelantó a su tiempo con este drama que, en clave noir, denuncia el racismo latente en Estados Unidos hacia los inmigrantes de origen hispano. Un periodista ha dejado la gran ciudad para llevar una plácida vida en una pequeña población americana, pero pronto se encuentra en el ojo del huracán al defender la causa de un recolector de fruta mexicano.
Primera incursión de Losey en el cine negro, con un film escrito por el mítico guionista Dalton Trumbo. Como mandan los cánones del género, se trata de una turbia historia de amor obsesivo y crímenes: el agente de policía Webb Garwood inicia una relación clandestina con una mujer casada que ha denunciado la presencia de un merodeador en los alrededores de su casa. Ahora solo queda librarse del marido molesto, y Webb concibe un siniestro plan para cometer el crimen perfecto.
Veinte años después de que Fritz Lang dirigiera su obra maestra M, el vampiro de Düsseldorf (M, 1931), Losey afrontó un remake de este espeluznante relato centrado en la persecución de un asesino de niños, basado en parte en hechos reales. El serial killer alemán Hans Beckert se convierte aquí en el americano Martin Harrow y la acción se traslada de Berlín a Los Ángeles, ciudad que a la que Losey sabe extraer su lado más siniestro. Una de las obras más olvidadas y merecedoras de revisión de su director.
Georgie, un muchacho que afronta todas las ansiedades de la inminente vida adulta, es testigo de la paliza que le propina a su padre un periodista deportivo. En busca de venganza, inicia un recorrido por la vida nocturna de la ciudad en el que terminará descubriendo terribles secretos familiares. Protagonizado por una estrella adolescente de efímera fama, John Drew Barrymore, un relato iniciático con ribetes de cine negro.
Losey filmó con el pseudónimo de Andrea Forzano este drama protagonizado por la vieja estrella del cine de gángsters Paul Muni. En esta ocasión, Muni encarna a un vagabundo que huye de la policía por haber matado accidentalmente a un hombre y cuyo camino se cruza con el de un adolescente que se ha visto impelido a robar. La relación que se establece entre ellos sirve a Losey para construir otro de sus relatos sobre uno de sus temas recurrentes: los perseguidos.
Tras su exilio de EEUU, Losey debutó en el cine británico al lado de Dirk Bogarde, que se convertiría en uno de sus actores fetiche. Bogarde interpreta a un delincuente que trata de robar a un brillante psicoanalista, pero este lo acaba convirtiendo en conejillo de indias de un experimento: curarlo de su tendencia al crimen. En en esta primera pieza británica que firmó como Victor Hanbury, Losey ensayó las enrarecidas atmósferas de relaciones humanas que lo harían célebre muy pocos años después.
Un delincuente, herido en el enfrentamiento con su socio, encuentra refugio en la casa de un médico alcoholizado y ciego, aunque consigue esconder su ceguera al criminal. Corto realizado por Losey para Hammer Films y escrito por el guionista habitual de la productora, Jimmy Sangster.
Bajo el nombre de Joseph Walton, Losey filmó otro de sus paranoicos y oscuros dramas. El protagonista en este caso es Reggie Wilson, un montador de cine americano que intenta empezar una nueva vida en Londres, pero que no puede escapar de un oscuro pasado que él mismo desconoce: un día comienza a recibir las misteriosas cartas de una mujer que afirma haber sido su amante en el pasado, aunque él es incapaz de recordarla.
Antes de convertirse en uno de los más reputados autores del cine europeo, Losey tuvo que rodar algunos trabajos alimenticios en los que ni siquiera apareció acreditado. Es el caso de esta modesta cinta en la que solo trabajó durante unos días de rodaje. Producida por los estudios Hammer, especializados en cine de terror y ciencia ficción es una fantasía catastrofista acerca de un misterioso ente radioactivo que tiene la capacidad de destruir el mundo.
Alec Graham es acusado de un asesinato que afirma no haber cometido y sentenciado a la pena de muerte. Su padre, David, un alcohólico que nunca se ha preocupado de él, es la única persona que puede sacarlo del corredor de la muerte. Pero para ello debe encontrar al verdadero asesino en un plazo de 24 horas. Melodrama policial protagonizado por un impecable reparto de actores británicos y con una excelente dirección de fotografía de Freddie Francis.
Una de las películas más insólitas y atípicas en la filmografía de Joseph Losey es este desatado melodrama de época que relata la tormentosa relación entre un aristócrata inglés y una joven gitana que aspira a casarse con él para hacerse con su fortuna. La gran estrella del cine griego Melina Mercouri da vida a un personaje femenino cuya carga subversiva suponía toda una novedad en el cine británico del periodo.
Primera colaboración de Losey con otro de sus actores predilectos, Stanley Baker. La intriga criminal es la excusa para sacar a luz los más oscuros rincones de la psicología humana. Un inspector de policía investiga el asesinato de una mujer casada. El principal sospechoso es un joven pintor, amante secreto de la mujer muerta.
La única tentativa de Losey en el campo de la publicidad es este spot para la división británica de la firma Ford Motor Company, que anuncia el modelo Ford Anglia. Rodado en 16 mm y Technicolor, muy lúdico y festivo, muestra las interioridades y capacidades del automóvil.
Segunda colaboración de Losey con el actor galés Stanley Baker, quien da vida a Johnny Bannion, un ladrón que ha dado un último golpe y ha escondido todo el botín. Pero cuando es detenido y enviado a prisión, son demasiados los interesados en conocer el paradero del dinero. Indiscutible obra maestra del cine negro británico.
La segunda colaboración de Losey con la productora de cine fantástico Hammer Films dio como fruto esta película que hoy se ha convertido en título de culto. Extraña mezcla de drama juvenil y de fantasía de ciencia ficción, plantea una reflexión sobre la violencia de la sociedad contemporánea que se adelanta en unos pocos años a la novela de Anthony Burgess La naranja mecánica, a la vez que lanza un pesimista alegato sobre los peligros de la carrera armamentística durante la Guerra Fría.
Venecia es el escenario de una de las más turbulentas historias de amor que Losey llevó a la pantalla, a partir de una novela de James Hadley Chase. Stanley Baker encarna a un escritor de éxito cuya vida cómoda y lujosa es destruida por causa de Eva, una femme fatale dispuesta a llevarlo a la perdición. La estrella francesa Jeanne Moreau colaboró por primera vez con el director dando vida a un personaje femenino que adquiere resonancias míticas.
Una de las obras maestras de Losey y la película que le proporcionó el reconocimiento internacional tras su estreno en el Festival de Venecia. Con guión del dramaturgo Harold Pinter y una brillante interpretación de Dirk Bogarde y James Fox, este claustrofóbico drama acerca de un aristócrata que contrata a un nuevo mayordomo transforma un espacio cotidiano en nido de tensiones y miedos, al tiempo que plantea una certera reflexión sobre las diferencias de clase y las relaciones de poder.
Durante la I Guerra Mundial un soldado británico es acusado de desertar y se enfrenta a un consejo de guerra que puede llevarlo delante de un pelotón de fusilamiento. Un oficial asignado como su abogado defensor, el Capitán Hargreaves, acabará descubriendo y cuestionando durante el proceso a un deshumanizado estamento militar que sacrifica seres humanos sin piedad. Un contudente alegato antibelicista a la altura de clásicos como Sin novedad en el frente o Senderos de gloria.
La agente secreto Modesty Blaise, creada por el escritor británico Peter O'Donnell en 1963, fue la réplica femenina a James Bond y un icono de la cultura pop de los 60. Losey reformula al personaje desde un óptica paródica e irreverente y lo materializa en el rostro y el cuerpo de Monica Vitti, la actriz preferida de Michelangelo Antonioni. Le acompañan en el reparto el imprescindible Dirk Bogarde como villano de opereta y una de las jóvenes estrellas del cine británico de la época, Terence Stamp.
Losey se reúne de nuevo con viejos amigos: Harold Pinter, Dirk Bogarde y Stanley Baker son sus cómplices en una de las películas más emblemáticas del director, ganadora del Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes. Un ambiente tan aparentemente plácido como el de una universidad inglesa es un escenario bien perturbador cuando queda expuesto a la cámara-lupa de Losey: luchas de poder, relaciones clandestinas, deseo reprimido y hastío existencial.
Una de las empresas más alocadas en las que se vio envuelto Losey, el encuentro inesperado entre su pudoroso estilo y el exceso y narcisismo de sus colaboradores: el dramaturgo Tennessee Williams, el matrimonio de actores más famoso del momento, Elizabeth Taylor y Richard Burton, y el irónico actor y escritor Noël Coward. El resultado es una extraña pieza de estética delirante, un triste poema de amor y muerte que se desarrolla bajo el engañoso e inclemente sol mediterráneo.
Losey vuelve a dirigir a Elizabeth Taylor en una pieza de cámara que, una vez más, enfrenta a tres personajes para que encaren y saquen a la luz todo aquello que han reprimido. Leonore conoce a Cenci, una misteriosa joven que le recuerda a su hija fallecida años atrás; por su parte, Cenci cree ver en Leonore a la madre que perdió siendo niña. Es el punto de partida de un intenso drama piscológico coprotagonizado por Mia Farrow y Robert Mitchum.
El tema de la persecución, tan recurrente en el cine de Losey, adquiere aquí su mayor grado de abstracción. Dos hombres huyen a través de un paisaje inhóspito y lleno de peligros. Un helicóptero los persigue sin cesar, como un animal tenaz e incansable que no va a renunciar a su presa. No está claro quién los caza ni por qué. Una fascinante metáfora existencial que anticipó mucho cine actual, protagonizada por Robert Shaw (antes de Tiburón) y Malcolm McDowell (antes de La naranja mecánica).
Losey ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes gracias a esta exquisita puesta en escena de la novela de L.P. Hartley, adaptada para el cine por el dramaturgo Harold Pinter. Julie Christie y Alan Bates, dos de los más emblemáticos actores del cine británico, protagonizan este bello relato sobre un amor secreto donde la reconstrucción de época no impide la mirada aguda y siempre contemporánea de su director. La música de Michel Legrand y la fotografía de Gerry Fisher hacen el resto.
Un reparto que reunió a tres de las grandes estrellas europeas del momento (Richard Burton, Alain Delon y Romy Schneider) es la mayor baza con la que cuenta Losey para llevar a cabo esta reconstrucción de uno de los episodios más apasionantes y significativos de la Historia del siglo XX: el asesinato de Trotsky en México a manos del catalán Ramón Mercader.
Adaptación cinematográfica de una de las obras más importantes del teatro europeo del siglo XIX, Casa de muñecas de Ibsen. Como protagonista de este texto clásico y pionero en la reivindicación de los derechos de la mujer, Losey contó con la estrella de Hollywood Jane Fonda, que se adaptó perfectamente al papel de la fiel esposa que descubre su potencial para imponerse al opresivo ambiente que la rodea.
La figura histórica de Galileo Galilei le sirve una vez más a Losey para construir una reflexión sobre la intransigencia hacia el diferente y los mecanismos represivos del poder. Adaptación de un texto de Bertolt Brecht, cuenta con una notable interpretación del actor y cantante Topol (El violinista en el tejado) en el papel principal.
Las máscaras y ficciones con las que nos construimos una identidad y nos relacionamos con los otros siempre le fascinaron a Losey y esta película escrita por el dramaturgo Tom Stoppard es una nueva vuelta de tuerca al tema. Un escritor con bloqueo creativo intenta sacar adelante un guión, mientras su esposa inicia a sus espaldas una relación sentimental con un joven alemán que dice ser poeta. Comienza así un combate sigiloso entre ellos en la más pura tradición del cine de Losey.
Si a Losey le fascinaron siempre los ambientes y estados de paranoia, ¿qué mejor escenario podía encontrar que la Francia ocupada por los nazis durante la II Guerra Mundial? Ese es el mundo en el que se mueve el rico y elegante marchante de arte Robert Klein, que nunca se ha preocupado por nadie que no fuera él mismo. Pero en esta angustiosa pesadilla en la que resuenan ecos de Kafka hay sitio para la aparición de un segundo Robert Klein. Y es de origen judío.
En plena transición democrática española, Losey filmó esta película con guión del español Jorge Semprún y centrada en la incertidumbre y desconcierto de los exiliados antifranquistas tras la muerte del dictador. Una reflexión sobre las imborrables heridas que se heredan del fascismo, protagonizada por uno de los más grandes actores del cine francés, Yves Montand. Una prolongación de La guerra ha terminado de Alain Resnais.
La clásica ópera de Mozart nunca conoció una adaptación cinematográfica tan brillante y lujosa como esta. Rodada en espectaculares localizaciones italianas, supone la fusión del talento visual de Losey y el operador Gerry Fisher con el genio del compositor austriaco, cuya obra se ve realzada gracias a un irrepetible elenco de intérpretes: Ruggero Raimondi, Edda Moser, Kiri Te Kanawa, José Van Dam, Kenneth Riegel y Teresa Berganza, bajo la batuta de Lorin Maazel.
Isabelle Huppert y Jeanne Moreau son las protagonistas de una de las obras menos conocidas de la filmografía de Losey, otra de sus películas cosmopolitas, rodada en este caso en Francia y Japón. El film se centra en el dilema moral al que se enfrenta Frédérique, la dueña de un criadero de truchas, que se debate entre la fidelidad a su marido enfermo y sus relaciones con otros dos hombres.
La despedida cinematográfica de Losey, estrenada después de su fallecimiento en 1984, fue también un homenaje a toda una tradición del cine británico a través de sus tres protagonistas: dos de sus más prestigiosas actrices, Vanessa Redgrave y Sarah Miles, se unen al antiguo mito erótico de los años 50, Diana Dors, en su último trabajo para el cine. Tres mujeres que frecuentan unos baños turcos inician una cruzada para impedir su cierre.