La 63 edición del Festival de San Sebastián dedica un ciclo al nuevo cine independiente producido en Japón en los últimos quince años.
Más allá de las películas surgidas de los grandes estudios, el fenómeno del cine independiente en Japón ha generado un importante foco de creatividad cinematográfica que se manifiesta en una serie de películas producidas fuera de la industria. En esta categoría se encuentran los primeros trabajos de jóvenes directores, pero también los de una serie de consagrados cineastas que encuentran, en este territorio al margen del cine comercial, una mayor libertad expresiva.
El ciclo se convierte así en un recorrido que permitirá descubrir la vitalidad y energía de la cinematografía de este país a través de la obra de algunos de sus más notables cineastas.
El ciclo Cine independiente japonés 2000-2015 está organizado por el Festival de San Sebastián en colaboración con CulturArts-IVAC (Valencia), Museo San Telmo, Filmoteca Vasca y Conversaciones Donostia/San Sebastián 2016.
La retrospectiva se completará con una publicación coordinada por Shôzô Ichiyama, productor japonés y director de programación del Festival Internacional de Cine de Tokio Filmex.
Nobuhiro Suwa, uno de los cineastas japoneses contemporáneos más fascinados por la cultura europea, plantea un film-ensayo, a medio camino entre el documental y la ficción, sobre la (im)posibilidad de recuperar el pasado a través del remake de un título mítico del cine francés, Hiroshima mon amour.
La segunda película del cineasta Kazuyoshi Kumakiri fue presentada en la sección Forum del Festival de Berlín en 2001. Un delicado relato sobre la inesperada relación que se establece entre un joven solitario que apenas ha tenido relación con el mundo y una chica que ha visto ya demasiado.
El debut del realizador japonés de origen coreano Sang-il Lee es un fresco del Japón actual a través de las vivencias entrecruzadas de tres personajes de diferentes edades, pero todos marcados por la desesperación, la soledad y su triste destino.
Tras consagrarse internacionalmente con su impactante film Tetsuo (1989), Shinya Tsukamoto volvió a sumergirse en sus atmósferas claustrofóbicas y enfermizas para contar un fábula llena de erotismo, culpa y pasión: una mujer casada empieza a ser acosada por un hombre misterioso.
Aunque Kiyoshi Kurosawa es un prestigioso cineasta que se ha dado a conocer por sus películas de temática fantástica, compitió en el Festival de Cannes con este film de corte realista, una sutil crónica sobre el desconcierto de la juventud japonesa y la falta de rumbo de una sociedad que ha perdido sus referentes.
Una mordaz sátira de la "burbuja económica" de Japón que adopta la forma de una comedia minimalista: Daisuke e Hisako deciden iniciar una nueva vida en una remota isla después de que un negocio ruinoso los haya endeudado hasta el cuello. Pero la vida en esa plácida comunidad no será tan idílica como ellos pensaban. La película fue seleccionada por el Festival de Rotterdam en 2003.
Un sensible retrato femenino que tiene como protagonista a una mujer aislada del mundo, incapaz de sentir más que la vibración de un teléfono móvil que nunca contesta. Sin embargo, un encuentro casual con un desconocido la hará embarcarse en un viaje de autodescubrimiento emocional y sexual.
Basándose en el atentado llevado a cabo por la secta Aum en el metro de Tokio en 1995, Akihiko Shiota construye una parábola que trata de indagar en el fenómeno social de los cultos religiosos. Lejos de todo efectismo, narra con especial delicadeza la historia de un niño que ha pasado toda su infancia recluido en una secta y ahora debe enfrentarse al mundo.
El actor discapacitado Sumida Masakiyo es el protagonista de este cuento cruel, cómico e irónico pero siempre terriblemente humano: Sumida, un joven que tiene sus funciones motrices limitadas, se enamora de una estudiante que se ha prestado voluntaria para cuidarlo; sin embargo, ella se siente atraída por el mejor amigo de Sumida. Presentada en el Festival de Rotterdam en 2005.
Ganador del premio a la mejor película en el Pia Film Festival, el paraíso del cine independiente japonés, este debut del director Izumi Takahashi es la claustrofóbica crónica de la desintegración de una relación de pareja, filmada de manera tan implacable como empática, con tanto rigor como sensibilidad.
Masahiro Kobayashi se inspiró en un hecho real para esta película, que compitió en el Festival de Cannes: el secuestro de la activista Nahoko Takato por parte de terroristas islámicos. Sin embargo, el verdadero tema de su película es la intransigencia de la sociedad japonesa y la manera en que fue juzgada por el simple hecho de haber sobrevivido.
Kenji Uchida obtuvo el Premio de la Crítica Joven del Festival de Cannes gracias a esta ingeniosa comedia romántica narrada desde los diferentes puntos de vista de los personajes implicados. Una historia de chico-conoce-chica que se va complicando cada vez más, porque la vida nunca es tan sencilla como en las películas.
Un descarnado y sincero documental autobiográfico en el que una de las más prestigiosas directoras de Japón, Naomi Kawase, reflexiona sobre los ciclos de la vida y la muerte a través de la figura de su anciana abuela y del nacimiento de su propio hijo.
Matsuyama Kenichi, una popular estrella juvenil del cine japonés, protagoniza este relato sobre el despertar sexual y la confusión sentimental de un estudiante que inicia una relación con su profesora, veinte años mayor que él. Una historia de amor que la directora Nami Iguchi observa con distancia clínica para captar con más precisión sus diferentes matices.
El Ejército Rojo Japonés fue uno de los más activos y temidos grupos terroristas de la década de los 70. El veterano cineasta Koji Wakamatsu afrontó, a los 72 años de edad, la labor de contar la historia de un grupo armado que él llegó a conocer bien de cerca. Metraje de archivo y reconstrucciones con actores componen una prolija crónica de este episodio de la historia del moderno Japón.
El bullying en colegios e institutos es uno de los temas candentes que acucian a la sociedad japonesa actual. El actor y director Hiromasa Hirosue compitió en el Festival de Rotterdam con esta película que se acerca al tema huyendo de cualquier efectismo, acercándose con pudor y respeto a las víctimas de este lamentable fenómeno social.
Uno de los más destacados representantes de la llamada "nueva ola japonesa" de la década de los 90, Shinji Aoyama, se plantea en este film, que fue presentado en el Festival de Venecia, cuál es la naturaleza de los vínculos familiares. Su protagonista, el joven Kenji, ha formado una familia por su cuenta, pero el reencuentro con la madre que lo abandonó de niño lo pone todo en cuestión.
Sion Sono es, probablemente, el más extremo e imprevisible de los directores japoneses actuales y muchos consideran que esta película, premiada en el Festival de Berlín, es su obra maestra: una historia de amor de tintes épicos que se desarrolla a través de un metraje colosal en el que hay sitio para todo: el arte, la religión, el sexo, la familia y un buen catálogo de excentricidades.
Ryusuke Hamaguchi compitió en 2008 en la sección Nuev@s Director@s del Festival de San Sebastián con este debut, un film en el más puro espíritu del cine independiente: un sagaz estudio de las relaciones a través del relato de una pareja a punto de casarse que se ve ensombrecida por la infidelidad.
El prestigioso documentalista Kazuhiro Soda rompe con esta película un gran tabú de la sociedad japonesa: su reticencia a hablar del problema de las enfermedades mentales. Rodado a lo largo de un mes en el hospital psiquiátrico de Okayama, este documental, presentado en el Festival de Berlín, observa con detalle la vida diaria de una serie de pacientes víctimas de sus tendencias suicidas y su miedo a la sociedad.
Presentada en el Festival de Berlín, esta película de Isao Yukisada es un agudo estudio psicológico de cuatro personas que comparten piso. Su vida parece rutinaria y tranquila hasta que la llegada de un extraño pone en evidencia la fragilidad del sistema en el que vivían. ¿Quién es el quinto habitante de la casa? ¿Es posible que sea el asesino en serie que ronda la vecindad?
"Yellow Kid" fue un popular personaje del cómic americano al que un artista de manga japonés da nueva vida en el siglo XXI: un muchacho de las calles que se convierte en boxeador, un héroe para los marginados de la sociedad. Pero cuando un joven se inspira en este personaje para cumplir su sueño, el contraste entre realidad e ilusión puede ser muy doloroso. Un film seleccionado por el Festival de Rotterdam en 2010.
Una pieza de cámara sobre las complejas relaciones sentimentales entre cuatro personajes, rodada con un presupuesto equivalente al precio de un coche de segunda mano a lo largo de varios fines de semana, con los actores improvisando sus diálogos. Un film sorprendente, pese a sus aparentes limitaciones, que compitió en el Festival de Rotterdam en 2011.
Takahisa Zeze se ha convertido en figura de culto en el panorama del cine independiente japonés. Esta es probablemente su película más ambiciosa, y fue presentada en el Festival de Berlín en 2011. Un prolijo fresco de la sociedad japonesa actual que entrelaza las historias de personajes atormentados por la venganza, el adulterio, la avaricia, el amor y la necesidad de redención.
Sawako es una mujer en crisis profesional y sentimental que vuelve al lugar donde nació para hacerse cargo del negocio familiar. Un delicioso retrato femenino, repleto de ternura y sentido del humor, que se sustenta sobre el espléndido trabajo de su protagonista, Hikari Mitsushima. El film fue presentado en el Pia Film Festival de Tokio en 2009.
Una historia de amistad entre dos hombres de muy diferente carácter nos sumerge en la comunidad de inmigrantes brasileño-japoneses, sus sentimientos contradictorios y su forma de expresarse a través del hip hop, pero también en ese mundo proletario que no se suele mostrar habitualmente en el cine japonés. Un film que compitió en el Festival de Locarno en 2011.
Adaptación de una novela superventas de Misumi Kubo, una de las grandes revelaciones de la nueva literatura erótica japonesa, esta película de Yuki Tanada explora las relaciones de varios personajes con el sexo y los sentimientos, mientras tratan de combatir el tedio, la frustración, la soledad o la desesperación.
Como si de una versión de Rashomon en clave high school se tratara, esta película del siempre imaginativo Daihachi Yoshida cuenta desde diferentes puntos de vista un extraño incidente: Kirishima, la estrella del club de voleibol, ha desaparecido y la estructura jerárquica del instituto peligra. El enigma se mueve entre la comedia freak y la inmersión en los laberintos de la mentalidad adolescente.
El cineasta Toshi Fujiwara se adentra en la zona de seguridad de 20 kilómetros que rodea la planta nuclear de Fukushima. A través de conversaciones con los residentes que aguardan a que se lleve a cabo la orden de evacuar la zona, Fujiwara deja testimonio de su entrega al pasado que dejan atrás y su incertidumbre acerca del futuro. Un documental que fue seleccionado por el Festival de Berlín.
Un sombrío drama ambientado en el duro mundo del proletariado japonés, siempre impotente ante las maquinaciones de los poderes económicos que están detrás de los complejos industriales. El relato de una mujer que pierde a su marido en un accidente laboral es la base de un film presentado en el Festival de Berlín y que sigue la estela de los grandes clásicos del cine japonés de los años 50 y 60.
Koji Fukada homenajea el cine de Eric Rohmer con este cuento que sigue con exquisita delicadeza el despertar de una joven que, antes de entrar en la universidad, se traslada a una plácida ciudad costera para pasar el verano con su tía. Todo un canto al placer sensorial, pero también una reflexión sobre las desilusiones y dolores que acechan en el camino de la vida.
Rodada en los espectaculares parajes de la región de Iya, al sur de Japón, una poética fábula sobre un hombre que huye del ajetreo de la gran ciudad, solo para descubrir que la naturaleza vive amenazada por la vida moderna. Tetsuichiro Tsuta rodó con 28 años de edad esta sabia y madura película que ha sido comparada con la obra de los grandes maestros del cine japonés.
Una de las grandes revelaciones del cine japonés de la década de los 90, Sabu, ofrece su peculiar homenaje a los clásicos del cine de terror con esta fantasía en blanco y negro acerca de un Japón del futuro en el que los zombies son domesticados y sirven como criados. Pero, más allá del puro cine de horror, Sabu construye una macabra y perturbadora sátira social.
Mipo Oh es una de las más notables guionistas y realizadoras del cine japonés contemporáneo. En esta, su segunda película, narra con especial tacto una hermosa y desoladora historia de amor que sale a la luz entre las ruinas de una sociedad donde toda esperanza parece imposible.
La catástrofe de Fukushima ha dado en los últimos años un buen número de documentales que se acercan al tema desde diferentes perspectivas. Pero Makoto Shinozaki prefiere utilizar las herramientas de la ficción en esta fábula con elementos fantásticos donde dos mujeres, una profesora de psicología y su estudiante, tratan de lidiar con el gran trauma de la actual sociedad japonesa.