La lucha íntima que, a menudo, libramos entre nuestra razón y nuestros instintos puede tener consecuencias trágicas y condicionar la vida de los que nos rodean o de aquellos a quienes el azar coloca en nuestro camino. Este podría ser el resumen de Magical Girl, segunda obra del madrileño Carlos Vermut, que ayer se presentó en la Sección Oficial: “Mi idea era hacer una película de género negro, pero no desde la abstracción –comentó el director–. Mi punto de partida no fue un callejón en mitad de la noche sino que quise partir de un escenario más concreto y reconocible: la realidad española de nuestros días. La idea tampoco era construir el retrato de un país en crisis, pero enseguida vi claro que esa situación determinaba las motivaciones de los personajes”.
El protagonista, Luis, es un profesor de literatura en paro, víctima de los recortes en educación, cuya hija, Alicia, padece una leucemia en fase terminal. En ese contexto resuelve hacer realidad el más ferviente deseo de la niña: poseer el traje de una heroína de anime, un diseño exclusivo cuya gravosaadquisición solo podrá asumir tras extorsionar a Bárbara, una misteriosa mujer con la que vive un inesperado romance. Esta mujer, mentalmente trastornada, pondrá en su camino a Damián (papel que interpreta José Sacristán), un exconvicto cuya presencia entre rejas está relacionada también con un turbio incidente que le vincula a Bárbara, antigua alumna suya.
Rompecabezas emocional
Toda esta incierta red de coerciones, medias verdades y pulsiones obsesivas, conforman un puzzle incompleto del que, a la audiencia, únicamente se le ofrecen algunas piezas: “Confío en la inteligencia del espectador para que sea él quien complete la historia”, manifestó Carlos Vermut al ser preguntado sobre la estructura narrativa que atesora el filme. “Normalmente –continuó el cineasta– siempre que dudo sobre la idoneidad de hacer explícitas, o no, ciertas situaciones, al final opto por no mostrarlas. Me gusta que el público pueda librar un debate moral consigo mismo”. A este respecto Sacristán afirmó sobre su personaje que “explicar sus razones para hacer lo que hace o elucubrar sobre la dimensión real de su relación con Bárbara, sería entrar en otra película”.
El veterano actor confesó estar viviendo una segunda juventud al lado de cineastas como Carlos Vermut o Isaki Lacuesta (con el que hoy volverá a estar presente en el Zinemaldia): “Tengo la suerte de compartir con ellos una pasión por el cine desde la que resulta posible superar todas las adversidades que conlleva hacer una película en unos momentos como los actuales”, comentó Sacristán. Esa precariedad en la dinámica de producción es el único vínculo que reconoce el director de Magical Girl con otros realizadores de su generación: “Lo económico al final influye sobre el aspecto creativo y la crisis nos está llevando hacia un tipo de cine muy concreto. Dicho esto, el cine español es tan rico y variado que quienes lo hacemos no creo que nos veamos unidos en un discurso común; cada quien tiene sus inquietudes”. J.I.