"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Profesora de Estudios Cinematográficos en la Universidad Sorbonne Nouvelle- París 3, Nicole Brenez dirige, además, las series de cine de vanguardia en la Cinématèque Française. Apasionada del rol de las nuevas tecnologías en la difusión de la obra de los cineastas noveles y también en el rescate de cineastas olvidados, preside en Donostia el Jurado de Nuev@s Director@s.
Usted es especialista en cine de vanguardia ¿cree que este concepto mantiene su vigor en la actualidad?
Es cierto que se trata de un concepto muy discutido pero, desde mi punto de vista, negar la existencia de vanguardias es algo propio de mentalidades reaccionarias. Para mí, cualquier película comprometida que surja de una necesidad de responder al discurso dominante y a las distintas formas de opresión y violencia puede ser considerada como “cine de vanguardia” en tanto portadora de un discurso rupturista. Ocurre, sin embargo, que hoy en día no existe un único tipo de vanguardia sino varios.
Dado que está al frente del Jurado de Nuev@s Director@s ¿diría que las nuevas generaciones de cineastas están obligadas a ser vanguardistas?
En teoría deberían serlo, pero veces sucede que las propuestas más radicales vienen firmadas por los directores más veteranos. Por ejemplo, yo lo más vanguardista que he visto en lo que va de año ha sido la última película de Jean-Luc Godard, quien cuenta ya con 84 años y pese a ello sigue experimentando y utilizando el cine para probar cosas nuevas.
Como espectadora, ¿qué le pide a la obra de un nuevo realizador?
Me considero una espectadora bastante receptiva y abierta a cualquier tipo de propuesta. No me gusta proyectar mis deseos sobre aquello que veo, sino absorberlo libre de prejuicios. En Francia hay varios cineastas jóvenes que han logrado conmoverme con sus trabajos. Pienso por ejemplo en Mati Diop, Clarisse Hahn o Florence Lazar, me gusta cómo usan los formatos de no ficción a la hora de plantear discursos combativos.
¿Siente que vamos hacia una disolución de las fronteras entre géneros y formatos?
Sí pero eso tampoco constituye una novedad. Siempre ha habido cineastas que han manejado esos códigos de representación. Pienso por ejemplo en Alberto Cavalcanti y en sus trabajos de ficción experimental. Lo que sucede es que muchas veces estamos tan ansiosos por descubrir lo último de lo último que tendemos a obviar el legado de cineastas completamente olvidados que piden ser descubiertos. En muchas ocasiones los directores más importantes son los más discretos.
¿Qué importancia le concede a los festivales de cine a la hora de rescatar del olvido a determinados cineastas?Se lo pregunto porque ese empeño también forma parte de su ámbito de especialización.
Me alegra mucho que me hagas esa pregunta porque así puedo poner en valor un festival como éste que siempre ha llevado a cabo un trabajo formidable en la organización de retrospectivas que redescubren la obra de muchos directores. Además, en San Sebastián los nuevos realizadores cuentan también con un espacio específico para la difusión de su obra. Un festival, para ser grande, no debe pensar solo en el presente del cine sino también en su pasado y su futuro.
¿En qué medida cree que las nuevas tecnologías han generado un nuevo escenario para la difusión las óperas primas?