"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Después de ocho años de inactividad tras la cámara, desde que realizara en 2000 La casa de la alegría, Terence Davies volvió al cine regresando a su ciudad natal, Liverpool, con la intención de contemplar su presente y restituir su pasado. Tras impresionar parcelas autobiográficas en Children, Madonna and Child, Death and Transfiguration, Voces distantes y El largo día acaba, Daveis ha proseguido su tratado audiovisual sobre la memoria con Of Time and the City, que es en primera instancia un documental sobre Liverpool, aunque tratándose de Davies no puede ser sólo eso.
El mundo, la carne y el demonio. Estas fogosas palabras las pronuncia el propio director, convertido en demiurgo oral del relato, en poderoso y frondoso narrador. Su voz llena todos los huecos y esquinas del filme con descripciones, poemas propios, citas de T. S. Eliot, de Shelley. Of Time and The City podría verse sin esa voz en off (de hecho así se vio, por problemas técnicos, en el pase para prensa de la película en el Festival, y más de uno de los allí presentes no se sintieron defraudados con ese improvisado proyeccionista’s cut: otros repitieron con las bandas de sonido adecuadas y atesoran la contemplación única de la versión oficial y la alternativa por circunstancias). Pero muchas de las cosas que evoca Davies sólo tienen sentido a través del relato oral: la homosexualidad, el catolicismo, la confrontación entre música clásica y british pop.
Davies filma el presente de la ciudad, introduciéndose con litúrgicos travellings en las iglesias, arañando con su cámara el paisaje tan transformado del lugar en el que creció. Paralelamente, reconstruye el pasado de la ciudad desde los tiempos de la segunda guerra mundial mediante una paciente y preciosa búsqueda de materiales de archivo. Imágenes de partidos de fútbol, de pantomimas de lucha libre que le daban miedo de pequeño, concurridos estrenos cinematográficos, la escollera horadada por las aguas salvajes (las aguas de Babilonia), las calles como hileras de ladrillo rojo de los barrios obreros, el Grand National, las coronaciones reales… Partiendo de las enseñanzas de un poema-documental de Humphrey Jennings y Stewart McAllister, Listen to Britain (1942), Davies atrapa la naturaleza del tiempo a través de la reconstrucción anímica de una ciudad a veces soñada, idealizada, amada y ahora extrañada con tenue melancolía.
Como siempre en Davies, la película contiene unos memorables contrapuntos entre las imágenes y las músicas seleccionadas: el derrumbe de los viejos edificios de los suburbios de la ciudad y la construcción del nuevo paisaje proletario ralentizados por la voz de Peggy Lee interpretando “The Folks who Live on the Hill”, de Hammerstein II y Kern; los planos de la guerra al compás de “He Ain’t Heavy, He’s my Brother” de The Hollies; la beatlemanía y los bailes adolescentes en las discotecas confrontados con la música clásica… The Spinners interpretan “Dirty Old Town”, y sus estrofas condensan toda la emoción y todo el desapego que Terence Davies siente por una ciudad convertida en precisa arquitectura de su memoria, de lo amado y de lo llorado.
Quim CASAS