Rodney Hojalata es un joven y genial robot inventor que sueña con ayudar a los robots en todas partes, y Cappy, una guapa, dinámica y espabilada robot con la que Rodney se encariña enseguida. A su lado, el corrupto tirano empresarial Ratchet se las tiene tiesas con Rodney; el Gran Soldador, un maestro inventor, anda sin rumbo; y un grupo de robots inadaptados conocidos como Los Oxidados están liderados por Manivela y Piper. A Manivela se le caen periódicamente la cabeza, los brazos y las piernas, y siempre en los momentos más inoportunos. Cuando Rodney colma la continua necesidad de Manivela de reparaciones, los dos se convierten en grandes amigos. Piper es la hermana de Manivela que sorprende a todos con su determinación y su fuerza.
World Trade Center relata la verdadera historia de la supervivencia y el rescate de John McLoughlin y Will Jimeno, dos policías pertenecientes a la Autoridad Portuaria de Nueva York que quedaron atrapados en los escombros del World Trade Center el 11 de septiembre de 2001 después de intentar ayudar a la gente a salir de las torres. La película sigue a sus familiares mientras intentan saber qué les ha pasado y al equipo de rescate que consiguió encontrarles y sacarles de entre los escombros. Sólo 20 personas fueron rescatadas con vida del World Trade Center después de que los edificios se derrumbaran. Jimeno y McLoughlin fueron el decimoctavo y el decimonoveno.
Michael Newman, un arquitecto muy ocupado que trata de progresar, compra un mando a distancia que parece que no sólo le permite controlar su televisión y su estéreo, sino, virtualmente, toda su vida. Rápidamente, Michael se vuelve adicto a este torrente de poder, que, literalmente, le permite tener el pastel y también comerlo. Pero antes de que se dé cuenta, el mando a distancia le está programando a él, más que al contrario. Michael, presa del pánico, no puede, por más que lo intenta, hacer que el dispositivo pare de decidir qué acontecimientos de su vida experimentará y cuáles se perderá. Sólo entonces empieza a apreciar y a aceptar plenamente su vida: lo bueno, lo malo y lo feo.
El 3 de marzo de 1976 en Vitoria, en el transcurso de una asamblea de trabajadores, la actuación de la Policía causó cinco muertos y más de cien heridos de bala. Esa misma noche, llevado por la rabia, Llach compuso la que sería una de las canciones más emblemáticas de la Transición: Campanades a morts. Ahora, treinta años después, Lluís Llach vuelve a Vitoria para interpretarla en un concierto multitudinario en recuerdo a las víctimas del 3 de marzo. Un viaje en el espacio y en el tiempo conducido por la música y las palabras del propio Llach, en el que se mezclan recuerdos autobiográficos con imágenes y testimonios de los protagonistas de esos hechos. Esta es la historia de una canción, el retrato de la persona que la escribió y la crónica de los hechos que la inspiraron. Un grito y una exigencia de revuelta permanente contra el olvido.
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