"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Cantaba Concha Piquer en “Tatuaje”, compuesta por Quiroga, Valerio y De León en 1941: “El vino en un barco de nombre extranjero. Lo encontré en el puerto un anochecer, cuando el blanco faro sobre los veleros su beso de plata dejaba caer. Era hermoso y rubio como la cerveza, el pecho tatuado con un corazón. En su voz amarga había la tristeza doliente y cansada del acordeón”. El tatuaje del film homónimo de Bigas Luna es bien distinto, aunque quien lo lleva, un cadáver, pudo haber llegado a las playas de la Barceloneta en un barco de nombre extranjero. Es el cuerpo sin vida de un hombre con el rostro devorado por los peces. En su cuerpo luce este tatuaje: “He nacido para revolucionar el infierno”.
Bigas Luna (1946-2013), el director de Bilbao y Caniche –dos de las películas más personales y subversivas rodadas en la Barcelona medio underground de finales de los setenta, cuando Madrid lucía su ‘movida’–, procedía del diseño y debutaba como director con la adaptación de la segunda novela de Manuel Vázquez Montalbán (1939- 2003) protagonizada por el detective Pepe Calvalho. El título completo de la película es el de Tatuaje, primera aventura de Pepe Carvalho (1976), lo que resultaría toda una premonición: es la primera aventura cinematográfica del personaje –la segunda literaria–, a la que seguirían versiones de otras novelas en las que Carvalho adquirió los rostros de Patxi Andión, Eusebio Poncela, Juan Luis Galiardo y Juanjo Puigcorbé. Todos bien, pero nadie como el Carlos Ballesteros que lo interpretó en el film de Bigas.
Y es un film hecho con mucha libertad, la del principiante que aprende las herramientas y el lenguaje del cine. Un avión surca los cielos y en su cola lleva atada una banda publicitaria en la que puede leerse Luna Films, la productora autogestionada del film. Después vemos a Bigas y su equipo a punto de rodar una toma. El propio Bigas hace la claqueta con las manos y los nombres de los participantes en la película aparecen en pasquines, la etiqueta de una botella y la placa de metal de una silla, mientras la cámara se desliza en travelling por los vestuarios de la playa barcelonesa. Aparece entonces el cadáver. En la siguiente secuencia, Carvalho amanece, tosiendo y cansado como siempre, en casa de la prostituta que es su amante. Y al rato lo vemos con su amigo y confidente Bromuro, el limpiabotas que encarna el simpar Luis Ciges. Entre medio, Carvalho recibe el encargo de un tipo que quiere conocer la identidad del hombre muerto y el significado de su tatuaje. Nada de la sofisticación del film noir: el encargo se lo hace el marido de una peluquera en la pequeña trastienda de la misma peluquería, y le paga cien mil pesetas por el trabajo. Carvalho siempre fue un detective clásico – aunque de procedencia comunista como la del propio Montalbán–, pero su mundo es más realista que el de los ya de por si realistas Philip Marlowe, Sam Spade o Lew Archer de la novela negra estadounidense.
Restaurada por la Filmoteca de Catalunya, Tatuaje, primera aventura de Pepe Carvalho es un film de su tiempo que documenta muy bien, casi medio siglo después, ese tiempo en la Barcelona posfranquista. La banda sonora de Música Urbana, La Rondalla de la Costa y Blai Tritono –jazz, raíces mediterráneas y música laietana bien entrelazada– contribuye a esa sensación preciosa de película que atrapa una época y la conserva para siempre.