Si el canon de la crítica parece haber impuesto la vía de autor y la comedia como ejes únicos para trazar el recorrido histórico del cine italiano, fuera de esas fronteras este ha generado un bullicioso enjambre de filmografías, géneros y filones con numerosos puntos ciegos aún pendientes de revisión. Y aunque el empeño de los militantes del cine bis ha ido mapeando galaxias consideradas tradicionalmente residuales como el terror, el giallo o el spaghetti, por estos márgenes oscuros sigue moviéndose una de sus vetas más fértiles y populosas, la del cine policiaco. O, como allí lo llaman, el poliziesco.
Intentando aportar un impulso a esta labor pendiente surge la retrospectiva “Italia violenta”, con la que el Festival de Cine de San Sebastián realiza una amplia panorámica sobre la evolución del género a lo largo de nueve décadas, apoyándose en veintidós películas y un libro que analiza por extenso una línea de hondo calado no solo en lo cinematográfico sino también en lo político y lo sociológico.
Como punto de partida Ossessione, cinta fundacional de Visconti que rompió el veto impuesto por el fascismo sobre cualquier representación criminal en pantalla. La caída de Mussolini abrió la esperanza de un cine libre de censura (Fuga in Francia), pero será solo un destello fugaz: la Democracia Cristiana impondrá un estricto control sobre la producción condenando al policiaco a una marginalidad que no le impedirá retratar las dificultades de un país obligado a sobreponerse a la guerra y la herencia de la dictadura (La città si difende, Il bivio, Un maldito embrollo).
La censura comenzará a desvanecerse en la década de los sesenta, cuando el boom económico abra las puertas a la modernidad y el estallido del terrorismo provoque una guerra civil encubierta que ubicará al policiaco en posición privilegiada para analizar las tramas ocultas de aquella nueva Italia. Bandidos en Milán, Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha o Excelentísimos cadáveres resultarán claves en un objetivo que los cineastas enriquecerán mimetizando el polar francés (Milán calibre 9, Revólver) y que ejercerá de caldo de cultivo para que referentes como Harry el sucio hagan implosionar el género por vía del pulp y la ultraviolencia hasta situarlo en el olimpo de la serie B (La policía agradece, Milano odia, Roma a mano armada).
Todo pareció llegar a un punto final con el asesinato de Aldo Moro. El cine reflejará aquel gran trauma colectivo (El caso Moro, Buenos días, noche), pero pareció quedar paralizado ante la imposibilidad de reflejar una realidad que desbordaba cualquier límite de la ficción. El policiaco entrará así en una fase de colapso de la que solo saldrá el nuevo milenio, cuando películas como Última noche en Milán revitalicen sus propuestas volviendo la mirada a los años dorados del poliziesco.
Claro que en un país como Italia resulta imposible desligar el policiaco de otro subgénero, el de las redes criminales, de fronteras difusas a fuerza de continuos tránsitos de ida y vuelta. La retrospectiva traza también este camino intermedio abriendo una vía paralela que recoge el empeño del cine por plasmar esta realidad. In nome della legge y Processo alla città serán las primeras películas que traten la problemática de la Mafia y la Camorra, abriendo la puerta a su plasmación con una multiplicidad de prismas, desde los sociológicos (El día de la lechuza) hasta las revisiones históricas (La fuerza del silencio) o ese cauce siempre natural para su cinematografía que es la comedia (El poder de la mafia). Una línea para la que Gomorra supondrá un hito que situará al policiaco como principal motor del cine italiano del nuevo milenio. Buona visione a tutti!
Felipe Cabrerizo