"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Laborioso documental de montaje, tan libre y, a la vez, férreamente es tructurado como una pieza de jazz con su comienzo, melodía conjunta, improvisación de varios instrumentos y regreso de todos a la base inicial, Soundtrack to a Coup d’Etat discurre sobre el jazz y la Guerra Fría a par tir de un relevante hecho histórico, cuando el batería Max Roach y la cantante Abbely Lincoln irrumpieron en 1960 en la sede del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para denunciar el golpe de Estado en la República Democrática del Congo y el asesinato de su primer ministro, el líder anticolonialista y nacionalista Patrice Lumumba, perpetrado el 17 de enero de aquel año en Katanga, con la presencia de agentes belgas y estadounidenses, en una de las muchas operaciones en África aus piciadas por la CIA.
El monumental trabajo del docu mentalista y artista multimedia belga Johan Grimonprez, galardonado con un premio especial del Jurado en el último festival de Sundance, muestra como el gobierno estadounidense y su agencia central de inteligencia, la monarquía belga y diversas multina cionales utilizaron la música jazz y algunos de sus artistas más populares a modo de tapadera, enviando a los trompetistas Louis Armstrong y Dizzie Gillespie a los países africanos y asiá ticos para desviar la atención pública.
Grimonprez traza un relato apasio nante, cosiendo entre si centenares de imágenes con un valor dialéctico considerable, pero con esa libertad antes comentada que hereda de las métricas del be bop o el free jazz. En este relato conviven Armstrong y Ellington, Roach y Lincoln, el pianis ta Thelonious Monk, Nina Simone y su arrebatada versión de “Wild is the Wind”, Lumumba, Malcolm X –asesinado en Nueva York cuatro años después–, Nikita Kruschev –primer secretario del Partido Comunista y entonces también presidente del consejo de ministros soviético, alguien, además, que odiaba profundamente el jazz–, la cantante y activista suda fricana Miriam Makeba, el canal de Suez, la geopolítica violenta de los sesenta, la Guerra Fría y el colonia lismo, el foco de interés en el Congo debido a la riqueza de su uranio que servía para armamento militar, las raí ces musicales africanas, un retrato bastante crudo de la conservadora sociedad belga de la época y entre vistas rodadas en su momento con mercenarios y sicarios enviados al Congo por la CIA para su proceso de demolición y desestabilización.
Nada nuevo, en términos de geopolítica internacional, aunque se aportan muchos datos no tan cono cidos de los que emergen compor tamientos abyectos en el tema del colonialismo y la explotación humana. Lo importante es, también, la meto dología empleada, ese trabajo aso ciativo con imágenes preexistentes de archivo –debió de ser apabullante la cantidad de material revisado por el director y su equipo– que adquie ren otra dimensión y significado en manos de Grimonprez. El resultado es un excelente relato cinematográ f ico y político, o político-cinemato gráfico, aunque (casi) todo el cine sea siempre político.
QUIM CASAS