Lo importante no es lo que escribimos, sino como lo escribimos. Debemos escribir peligrosamente, Beckett. Esto le dice James Joyce al joven Samuel Beckett cuando el autor de “Esperando a Godot”, aún inmaduro como persona y como escritor, se entrevista con el responsable de “Retrato del artista adolescente”, de dublinés a dublinés. Joyce tenía 24 años más que Beckett, y fue un faro, porque al final Beckett se sacó las dudas y complejos de encima, escribió peligrosamente y también vivió al filo de los sentimientos amorosos. Si su vida no estuviera plagada de contradicciones, gestos de grandeza y engaños, drama, tensión e infidelidades, prestigio literario y conflictos matrimoniales, posiblemente no sería susceptible de ser el protagonista de un biopic, género, o modalidad genérica, que necesita siempre de múltiples tensiones en la personalidad o artista retratado, de Charles Baudelaire a Jim Morrison, de Édith Piaf a Pablo Picasso, de Charles Chaplin a Elton John, por citar solo unos pocos filmes biográficos centrados en músicos, escritores o cineastas.
Gabriel Byrne encarna al Beckett adulto en Dance First, la película centrada en este dramaturgo de vanguardia modernista y autor esencial del teatro del absurdo. La dirige James Marsh, cineasta británico de trayectoria curiosa y serpenteante: despidió el siglo XX con el inquietante documental Wisconsin Death Trip (1999) –presentado en la sección Zabaltegi del Festival, donde obtuvo una mención especial del premio FIPRESCI–, ganó el Oscar al mejor documental con Man on Wire (2008) –sobre el funambulista rebelde Philippe Petit–, firmó la segunda de las tres partes de las que consta la serie criminal Red Ridding (2009), volvió a los dominios del documental con Proyecto Nin (2011) –sobre un experimento científico consistente en criar y educar a un chimpancé como si se tratara de un ser humano–, regresó a la ficción con La teoría del todo (2014) –aunque partiendo de un personaje tan real como el astrofísico Stephen Hawking– y puso en escena las andanzas de tres ladrones de la tercera edad –encarnados por Michael Caine, Jim Broadbent y Tom Courtenay– en Rey de ladrones (2918), su anterior film antes de adentrarse en las profundidades emocionales y literarias de Beckett y de preparar su próxima película, Instrumental, según la autobiografía del pianista James Rhodes.
Dance First se desarrolla en dos tiempos y en dos texturas cromáticas, en blanco y negro y en color. Tiempos de formación y tiempos de éxito creativo y deriva personal. A Beckett no le hizo mucha gracia, según cuenta el film, recibir el Nobel de Literatura en 1969. Ajeno a las modas, premios y elogios, fue siempre tan susceptible y airado como lo filma Marsh y lo representa Byrne, que ya estuvo magnífico encarnando en la televisión a otro dublinés de pura cepa, en este caso una figura de ficción, el patólogo forense Quirke creado por John Bainville, con su seudónimo de Benjamin Black, en una fecunda serie de novelas policíacas.
Vivir con dolor. Esta es una de las frases que se dicen en la película y que definen en tantas ocasiones al genio creativo. Vivir con dolor la escritura y las relaciones, sobre todo con las mujeres, mientras el relato desvela episodios de la buena vida de Beckett en París o los terribles tiempos de la segunda guerra mundial. Sandrine Bonnaire interpreta a la esposa. Fuerte y decidida, también consciente de los engaños a los que la somete Beckett. Maxine Beake es la principal amante, Barbara Bray. Beake ya estuvo a las órdenes de Marsh en La teoría del todo componiendo otro personaje femenino conflictivo, el de la exesposa de Stephen Hawking.
El Festival clausura hoy su 71 edición con el estreno mundial de Dance First. A la proyección del film posterior a la Gala de Clausura asistirán James Marsh, Gabriel Byrne, Sandrine Bonnaire, Aidan Gillen, quien da vida a Joyce, y Fionn O’Shea, que interpreta a Beckett.
Quim Casas