Noche de Festival de 2021. Un joven iraní está sentado en un banco frente al mar. En ese momento, nadie en el Festival sabía que se trataba del cineasta Farhad Delaram (Teherán, 1988). De hecho, en ese momento él tampoco tenía claro que fuese a dirigir un largometraje. Esa noche él había sido un mero espectador. Había pasado todo el día abordando a los pocos productores que habían desafiado las restricciones del coronavirus y habían venido al Festival. Después había ido a ver Drive My Car (2021) de Ryusuke Hamaguchi.
Eran las dos de la mañana. Las emociones de la película que acababa de ver todavía seguían en su interior. Había sido un día muy intenso en el que solo había recibido rechazos. Pero la película de Hamaguchi… “Estaba ahí sentado, pensando en la película que acababa de ver, emocionado, y lo supe, me dije a mí mismo: ‘Voy a hacer mi película cueste lo que cueste y volveré a este Festival a presentarla’”, recuerda.
Esa película es Achilles, que ha sido seleccionada en New Directors. Pero ese camino no ha sido de rosas. Además de los obstáculos habituales a los que suelen enfrentarse los cineastas, se le sumaba uno más: las restricciones del gobierno de Irán y la censura que sufre su industria cinematográfica. “Esta película no ha tenido financiación, la hemos producido con el dinero de mi hermano, un amigo y el mío”, cuenta. Además, su perfeccionismo a la hora de rodar, y que tan bien le funcionaba en los cortos que había producido anteriormente, hizo que la producción fuese tan exigente como una maratón: “Tengo una manera muy particular de dirigir, grabo por el día y hago el trabajo de edición por la noche para asegurarme de que tengo la toma perfecta; no duermo. Y fueron 54 días de rodaje, estar sin dormir tantos días fue muy duro”.
Mereció la pena el esfuerzo porque finalmente su ópera prima está concluida y en la programación del Festival. Para su debut en el largometraje, Delaram se ha inspirado en su propia historia: “Cuando era estudiante de cine tenía insomnio y necesitaba dinero, así que empecé a trabajar en un hospital. Una noche, en mitad de mi turno, vi a una mujer en el suelo con una herida en la mano. Llevaba un extraño uniforme y parecía asustada. Me paré a ayudarla, pero no hablamos, lo único que recuerdo es que me miró fijamente y esa mirada se me quedó grabada”, recuerda. Esa fue la única interacción que tuvo con la mujer. No sabía quién era esa mujer ni por qué había desaparecido. Lo único que tenía era el recuerdo de esa mirada, que queda imortalizada en el film, y la sospecha de que fuese una presa política.
Así comienza Achilles, y el resto de la película es un homenaje a ese encuentro, al cine iraní y a las personas que derriban muros. Antes de los créditos se puede leer: “Dedicado a las personas en Irán que no van a tolerar los muros”. Una dedicatoria que hace alusión a la censura que hay en su país y a todos los que tienen el coraje de hacerle frente y que ponen en riesgo no solo su trabajo, sino su vida. Muestra de ello es el guiño que hay dentro del film, cuando los protagonistas llegan a una playa en la que están proyectando una película. Esa película es Ballad of Tara (1979), la primera película censurada después de la Revolución Iraní porque se veía el pelo de la protagonista, que no llevaba hiyab. Delaram cree que es importante hacer cine para generar una reacción en la sociedad, sea para bien o para mal. “El arte tiene que hacerte sentir algo”.
Cuando se le pregunta si cree que esos muros de la censura serán derribados, Delaram no sabe dar una respuesta, pero sí un deseo: “Si no tuviera esperanza, no habría hecho esta película. Quiero dar esperanza. Muros más altos han caído”.
El film ya se ha presentado en el festival de Toronto y de San Sebastián y la respuesta ha sido abrumadora. “La reacción del público me da energía para seguir adelante y luchar una y otra vez. En todos los sentidos de la vida”.
Iratxe Martínez