"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Caminando desde los Cines Príncipe hasta el Kursaal, recordé que solía extender el brazo por la ventana de mi departamento para registrar con mi celular el sonido de la alarma que suena a las doce en punto todos los días y enviárselo a mi amiga, L.M. Tanto a ella como a mí, siempre nos había gustado comunicarnos de maneras crípticas. Meses después, nos habríamos acostumbrado ya a la vida donostiarra y ese misterioso sonido pasaría a ser secundario a nuestras vidas. Sin embargo, con el tiempo, me llegaron rumores de que la sirena advertía bombardeos durante la Guerra Civil. Otras fuentes indicaban que la alarma avisaba cuando los comercios estaban por cerrar. Por un tiempo, me resistí a matar el enigma. Aparentemente, durante el siglo XIX, una lupa dirigía los rayos del sol hacia un punto específico sobre un diminuto cañón ubicado en la Plaza Gipuzkoa, activando la sirena que se escucha por la ciudad entera. Ni a L.M ni a mí se nos hubiese ocurrido algo más bizarro. La sirena que se emite hoy desde la Relojería Internacional en la calle Garibay es una tradición de esta ciudad. ¿Y qué es una tradición? ¿Algo que viaja a través del tiempo para recordarnos qué? Lejos de ordenar el cómo y cuándo del transitar cotidiano, quizás la alarma implica una escucha colectiva que nos une en el espacio como ocurriría en una sala de cine. Al cruzar el puente, ríos de gente a mis costados forman un paisaje cuyo tiempo transcurre de manera extrañamente apresurada. Entre caras desconocidas surge la de L.M. Nos vemos. La sirena deja de sonar y como a todos lados, ella y yo vamos tarde a nuestra función.
Natalia García Clark