Es habitual ir al cine y encontrar en la cartelera historias llenas de acción, protagonistas complejos o giros inesperados. Pero ¿son esas películas representativas de la sociedad actual? El cineasta Lian Ming (Yichun, China. 1984) sabe que la realidad de los jóvenes del noreste de su país es bien distinta; en sus vidas reina, en propias palabras, “la tristeza y la monotonía”.
No sabe decir si siempre ha sido así o si ese sentimiento ha calado a raíz de la pandemia y la crisis posterior. Lo que sí tiene claro es que esa tristeza y monotonía se han extendido entre los jóvenes, que ahora sueñan con cuestiones cotidianas como crecer, vivir en la ciudad o adquirir cosas materiales. No tienen sueños grandes, quizás porque, como dice Ming: “Tener sueños o expectativas puede llevar a la decepción”.
Tal vez por eso cuando en la primavera de 2020 y en plena pandemia cayó en sus manos la novela “Carefree Days”, del famoso autor chino Ban Yu, no lo dudó y supo que esa historia y esos personajes tenían que saltar a la gran pantalla. En esas páginas encontró tres protagonistas que le atrajeron totalmente, pero más aún le atrajo la relación entre ellos. Para Ming, lo importante en toda obra son las personas, cómo se enfrentan a la vida, a los cambios, y esa novela era un reflejo de la situación actual de China. Los protagonistas son personas comunes con vidas comunes y, por lo general, las películas no hablan de ese tipo de persona, lo que le parecía un sinsentido, ya que la mayoría de los jóvenes de China son así y tienen vidas así. ¿Por qué no hablar de algo con lo que se pueda sentir identificada una gran mayoría?
La película la protagoniza Xu Lingling, una joven de 25 años que padece uremia, un trastorno del funcionamiento renal, y cuyo sueño es simplemente vivir. Entre visitas al médico y las sesiones de diálisis, Xu Lingling intenta, acompañada de sus amigos Tan Na y Zhao Dongyang, hacer que la vida merezca la pena. Estas ganas de vivir plantarán la semilla de un viaje, algo con lo que nunca habían soñado ninguno de ellos, menos aún Xu Lingling, que cada dos días debe estar en el hospital para su tratamiento.
El director explica que esta región de China ha sido escenario de muchas producciones cinematográficas, pero siempre para contar las historias de la generación anterior a la de sus protagonistas. “Es una zona de fábricas y se han hecho muchas películas sobre los trabajadores de esas fábricas. Pero no se ha hablado sobre sus hijos, que son los que ahora tratan de encontrar un trabajo estable y tienen sus miedos y problemas personales”.
Este deseo de plasmar lo cotidiano y los problemas de la juventud china de manera fiel a la realidad hace que se rompa la estructura aristotélica en tres actos de contar historias: planteamiento, nudo y desenlace. Quizás porque, como en la vida, a veces no hay evolución o desenlace. La protagonista intenta escapar de su realidad, pero ¿es posible escapar de la realidad propia?
El reto de adaptar una novela
Hay muchos elementos de la novela que se han respetado al detalle, por no decir la mayoría. “Aunque una historia pueda tener distintas interpretaciones según quién la lea, mi intención al escribir el guion y dirigir la película era comunicar la esencia del libro” dice Ming. La ciudad de Shenyang es una protagonista más. El cineasta no estaba familiarizado con esa provincia, por lo que el autor de la novela acompañó al equipo de la película para situar las localizaciones y ayudó a los actores a dominar el acento de esa parte del país, algo vital para conseguir una adaptación cinematográfica fiel a la historia.
Para encabezar el reparto, Ming contó con la actriz Xingchen Lyu, con la que ya había trabajado en su ópera prima, Ri guang zhi xia / Wisdom Tooth (2020). Con ese debut recibió el Premio Fermu al mejor director en el festival de Pingyao y el premio de la Asociación de Críticos de Shanghai al mejor nuevo director, entre otros galardones. El film, además, fue seleccionado en certámenes como Róterdam, Gotemburgo o Shanghai, por lo que la participación en los festivales no es algo nuevo para él.
Un posible final feliz más allá de la película
Ming presentó ayer en el Festival esta película que ha sido seleccionada dentro de la sección New Directors y que por tanto opta al premio de 50.000€ que se otorga a la película ganadora. “En ningún momento me he planteado que podría ganar o conseguir un premio, no me gusta proyectar expectativas porque después puede haber decepción. Sin embargo, pienso que el premio no es para el film, sino para el equipo que ha trabajado para realizarlo, y también sería un reconocimiento para el cine chino”. Cuando se le pregunta qué haría si su film resultase elegido, Ming tiene las ideas claras: “Parte de la cuantía irá para ayudar a la ciudad que sale en el film, Shenyang, y, en concreto, el centro de salud en el que la protagonista se está tratando. Es un centro de salud real y el equipo médico que aparece en la película es un equipo real, no son actores profesionales. Quiero volver para agradecerles su participación y, si ganamos, me gustaría contribuir al centro”.
Carefree Days podrá verse hoy y mañana en la sala Trueba y Príncipe. Una oportunidad única que tienen los espectadores del Zinemaldi para acercarse al cine chino y ver una película que, según su director, puede resumirse con la palabra “momento”, ya que “la vida está formada por momentos y la película está llena de ellos”
Iratxe Martínez