"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
En 1985, Argentina se recuperaba de una cruel dictadura militar que había dejado profundas cicatrices en su gente. En este escenario, se lleva a cabo El Juicio de las Juntas, que marcaría un antes y un después en su historia, convirtiéndose en símbolo de justicia y valentía. A día de hoy, el alegato del fiscal Julio Strassera ha quedado inmortalizado en su sentencia: “Nunca más”. Frase convertida en grito de lucha contra la impunidad y en firme compromiso con la justicia y los derechos humanos. El Juicio, hecha exclusivamente con material de archivo, se erige como un certificado de verdad, un poderoso recordatorio de la historia que no debemos olvidar.
¿Cuál fue su criterio de discriminación y selección para montar la película con un material de 530 horas?
El material de archivo, aunque valioso, no seguía una cronología que nos servía, por lo que decidimos estructurar la película con total libertad. Nos inspiramos en el alegato de la fiscalía, que abordó temas específicos, y la organizamos en torno a eso. Tuvimos que ser selectivos, ya que había sesenta temas en juego. Dos criterios importantes surgieron: la emotividad de los testimonios, ya que por primera vez los testigos comparecían en una democracia incipiente, y la precisión en esos testimonios. Además, el material de cuarenta años había sufrido deterioro, por lo que requería restauración en algunos casos.
Uno de estos temas que mencionas aborda la relación entre la Iglesia Católica y la dictadura. Me es difícil no pensar en lo mucho que se ha hablado de la colaboración del Papa Francisco con los militares. ¿Existe en la película una intención de hacer referencia a esto?
No, en absoluto. Todo lo que mostramos se basa en lo que se dijo en el juicio. Queríamos explorar la relación ambivalente que la Iglesia mantuvo durante ese período. Hubo una gran parte de ella que colaboró con la dictadura, pero también hubo otra parte que fue víctima. Queríamos abordar esta compleja dinámica, ya que consideramos que era un aspecto crucial de la historia.
Argentina cuenta con una destacada tradición de cine militante. ¿Considera que esta película podría insertarse dentro de esta tradición?
No, porque el cine militante tiene que estar hecho por militantes y yo no soy militante.
Si bien mi película utiliza la militancia como herramienta de estudio, mi enfoque es diferente.
Las producciones artísticas con objetivo militante a menudo presentan un discurso directo y urgente, en el que la confrontación es evidente pero la voz de la otra parte suele quedar en silencio. Aunque este tipo de discurso es válido y valioso, no es la forma en que elijo desarrollar mis narrativas.
Mi película no se basa en un discurso de barricada, caracterizado por su urgencia y confrontación inmediata. Yo busco crear un discurso donde la fuerza que se opone a la narrativa principal tenga voz y argumentos sólidos. Creo que esto enriquece el discurso y permite una comprensión más profunda de las diversas perspectivas en juego.
Por esta razón, en mi película, los militares tienen la oportunidad de expresarse con todos sus argumentos, a pesar de que su estrategia durante el juicio fue simple y engañosa. Mi objetivo es construir un discurso más completo y enriquecedor que refleje las diferentes urgencias y necesidades presentes en la historia.
El cine tiene el extraño poder de hacer justicia en un tiempo más breve que la realidad...
Es una justicia poética, porque la justicia exige que los condenados paguen en prisión.
Lucía Malandro