Cuando El realismo socialista inició su andadura a finales de 1972, era un proyecto que podía alcanzar más de cuatro horas de duración. Pero el golpe de Estado del general Pinochet en Chile dejó inconclusa la película con la que su director, Raúl Ruiz, trazaba un mapa tan preciso como irónico de la realidad política y social chilena antes del funesto asalto a la Casa de la Moneda y el fin del Estado democrático. La viuda y colaboradora habitual de Ruiz, Valeria Sarmiento, que ha participado varias veces en el SSIFF con sus películas como directora, nos cuenta qué pasó con El realismo socialista. Sarmiento y Chamila Rodríguez, productora de la compañía Poetastros, esencial en la restauración del film, están llevando a cabo un proceso de recuperación de algunas de las obras de Ruiz rodadas en Chile en distintas épocas.
“Raúl filmó una parte y tuvo que parar para ponerse a realizar La paloma blanca, una película que debía hacerse para ganar dinero para el Partido Socialista chileno. Era la adaptación de una novela que había vendido un millón de ejemplares, pero tras el golpe militar no se hicieron ni la una ni la otra”, explica Sarmiento. ¿Y qué pensaban los compañeros del Partido de la propuesta de El realismo socialista, tan irónica y crítica con ciertos elementos del gobierno de la Unidad Popular? “Los compañeros pensaban que era una diablura más de Raúl”.
El procedimiento de la película es muy particular. Había situaciones, pero no un guion estricto. Sarmiento aclara que “Raúl conversaba con los obreros y les proponía unas determinadas situaciones. A partir de este punto de partida, ellos improvisaban. Raúl les decía: ¿Qué harían ustedes ante esta situación? Y ellos empezaban a conversar alrededor de este planteamiento”.
Un poco distinto es el registro de las conversaciones entre el grupo de intelectuales burgueses de izquierdas: “La mayoría cuentan su propia experiencia, casi todos eran amigos de Raúl”. En estos pasajes conviven espléndidamente los planteamientos del retrato documental con la articulación de una ficción a través de esa propia realidad.
La película pulsa las contradicciones socio-políticas de un modo que quizá podía molestar al gobierno de Allende, como en las escenas relacionadas con los obreros que quieren encargarse de la producción de la fábrica en la que han trabajado durante años. “Lo que sucedía entonces en Chile es que casi todos los obreros querían tomar las fábricas, pero el Gobierno no podía controlar esta situación”, comenta Sarmiento. “Se nacionalizaron solo 60 industrias, pero no se podía hacer con 200 o 300”.
La película, que tras su presentación mundial en el Zinemaldia se estrena el próximo 20 de septiembre en Chile, en la Cineteca Nacional y lugares emblemáticos como el Museo de la Memoria, además del Festival Internacional de Cine de Valdivia, vaticina en cierto modo lo que estaba a punto de ocurrir en Chile. Sarmiento hace hincapié en el momento en que el personaje de derechas interpretado por Marcial Edwards asegura que habrá que matar al presidente. La ficción se convirtió en triste realidad.
En su momento, las bobinas del material filmado de El realismo socialista salieron de Chile a través del servicio cultural de la embajada alemana. “Fuimos a Londres y con Raúl hicimos un primer montaje, que años después ha circulado por internet. Luego pasamos a París, la película quedó depositada en la universidad estadounidense en la que Raúl daba clases y el copión quedó guardado después en Bélgica. Ahora hemos hecho el montaje con el material que tenía mejor calidad”. Es la tercera película de Ruiz que Sarmiento y la productora Poetastros recuperan. Las otras dos son El tango del viudo y su espejo deformante, su primer largometraje, y La telenovela errante, la primera que rodó al llegar la democracia a Chile.
Quim Casas