Estamos en un bosque y dos jóvenes no-binaries portando indumentaria de la época isabelina, une después de otre en formato de entrevista, dicen interpretar a Orlando de Virginia Woolf en Orlando: mi biografía política, la película que estamos viendo del aclamado comisario y autor español de teoría queer, trans y de género, Paul B. Preciado. Janis Sahroui nos cuenta que quiso mantener el nombre que le dio su madre al nacer, que de hecho, le parece sonar bastante no-binario. Después de que le colocan un micrófono frente a cámara, Oscar Rosza Miller habla con le maquillista que le arregla para la escena acerca de cómo les dos tienen cualidades de Orlando en su ser. Rosza Miller procede a besar un árbol para representar la profunda conexión que guarda el Orlando de Woolf con la naturaleza. Tanto el director, como los personajes de su película y todas las demás personas transgénero del pasado, presente y futuro son Orlandos. Para Preciado, la novela que escribió Virginia Woolf hace casi cien años titulada “Orlando: una biografía”—acerca de un hombre inglés llamado Orlando que en el siglo dieciséis cambió de sexo mientras dormía y luego vivió trescientos años más sin envejecer—es la biografía de su vida. Mediante una carta a Woolf, Preciado elabora un relato acerca de la experiencia trans, que en realidad, es mucho más difícil pero igual de bella que caer en un sueño profundo.
Las transiciones entre lecturas e interpretaciones de la novela, entrevistas a múltiples Orlandos y reflexiones autobiográficas de Preciado en voz en off son casi imperceptibles en las escenas que componen la película: ¿En qué momento termina el libro y empiezan las entrevistas? Es como si la sensación que solemos experimentar al identificarnos con una buena novela se llevase un paso más lejos para formar de nuestras vidas y sus páginas un mismo continuo. El texto de Woolf permite que se desplieguen una serie de experiencias transgénero a partir de su lectura: desde conseguir hormonas del psiquiatra hasta obtener documentos legales que correspondan a la identidad de género de una persona, el transitar de un cuerpo disidente implica la lucha sistemática del entendimiento binario que le encasilla. Cada Orlando dentro de la película tiene un espacio para compartir sus experiencias, creando una identidad singular y colectiva que, como el Orlando de Woolf, desborda los parámetros del tiempo. Las gorgueras y el atuendo de época, los colores pastel, el llamativo maquillaje, las pelucas ornamentadas, la música pop con letra original de Preciado y las luces disco no solo traen a cuenta que no hay nada más queer que la extravagancia isabelina, sino que son también una manera de dialogar con la historia, de evocar Orlandos pasades a través de les presentes y de recalcar el constructo social que constituye el género.
A través del diálogo histórico que Preciado entabla en su carta con Woolf, la película es, de algún modo, un reflejo de la escritora visto a través de sus ojos. Preciado cuestiona ciertas motivaciones de Woolf al escribir la novela; cabe mencionar que siempre desde un punto de vista compasivo, de gran admiración y entendimiento. Woolf, una mujer sáfica, internada en varias ocasiones en instituciones psiquiátricas debido a problemas de salud mental, que conoció la violencia, podría entender ciertas dificultades relativas a la experiencia trans. Como el título lo sugiere, Orlando: mi biografía política revisita y replantea la novela original de Woolf, interviniéndola y dotándola de nuevos significados políticos. La intervención se extiende a un análisis de los imaginarios existentes de las personas transgénero en los medios. Al re-entender el pasado desde el presente, se crean también futuros imaginarios. Sobre todo, Orlando: mi biografía política es una película que habla acerca del constante devenir, que comprende, sin excluir, a la historia.
Hay un momento en la película en el cual Preciado narra un periodo particular de su transición durante el cual su cara carecía de una lectura clara de género. Es muy interesante cómo describe, después, que la realidad a su alrededor comenzaba a metamorfosearse junto con él; algo que sin duda se relaciona a los temas mismos de la novela de Woolf y a la experiencia de un Orlando que se enamora durante la Gran helada y sufre una ruptura de corazón con el derretimiento del hielo. El terreno incierto que describe Preciado inspira una profunda libertad que quizás se relaciona con el lenguaje de su biografía fílmica. “Hacer de la vida una obra de arte” implica un cambio de percepción, vivir las fortalezas y debilidades de ambos géneros, empapar la existencia de poesía e infinita alegría de ser quien une desea ser, aunque esto implique luchar en contra de todo un sistema. Al no ser ni ficción ni documental, ni adaptación ni drama de época, musical, carta y biografía a la vez— Orlando: mi biografía política construye su propia identidad, fluyendo entre lo real y lo onírico, permitiéndonos transformar el pasado y soñar con futuros posibles.
Natalia García Clark