"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
“Era tan poderoso que podía mover montañas”. Así definía a Shin Sangok, director de The Flower in Hell (1958), su propio hijo, en el documental Los amantes y el déspota (Robert Cannan y Ross Adam, 2016), un film que relata el secuestro por parte de Corea del Norte del director y de la actriz Choi Eun-hee. Probablemente, a muchos les suene el nombre de Shin Sang-ok, precisamente por ser el protagonista de este suceso, y no por su filmografía. Pero lo cierto, si atendemos a la frase del principio, es que Shin fue una de las figuras, sino la figura, más importante de la época dorada del cine coreano, responsable del mayor estudio de cine de los años sesenta, Shin Films, y con más de 200 películas en su haber como director y productor (en esta última faceta no solo en Corea, sino también en terreno internacional).
A Shin Sang-ok siempre se le ha asociado con un cine comercial y fácil, más del gusto del público; era, por así decirlo, “el rey del melodrama”. Sin embargo, The Flower in Hell (película que da título a la retrospectiva del Festival), es una de sus películas más emblemáticas, aclamada tanto por el público, como por la crítica, por su ávida y veraz descripción de la Corea de la posguerra: una Corea desesperadamente pobre, donde el día a día de su sociedad era amargo y ganarse la vida era harto complicado. De hecho, el film se inicia como si de un documental se tratara, con imágenes de la actividad rutinaria en las calles de Seúl. Una realidad marcada por la presencia de las tropas americanas en el país, alrededor de las cuales los ciudadanos pululan, pues no en vano son ellos los que tienen dinero contante y sonante que gastar. Es alrededor de una de las bases militares estadounidenses donde el joven Youngshik lidera su banda criminal, robando mercancías americanas para luego revenderlas en el mercado negro. A su lado, su novia Sonya, una de las llamadas western princesses de la época: muchachas de compañía de los soldados yanquis, que a menudo actuaban de cómplices de sus paisanos. Pero las cosas empezarán a torcerse para la pareja cuando el hermano pequeño de Young-shik llegue a Seúl de forma inesperada para llevar a su hermano de vuelta a su pueblo natal.
Interesante el hecho de que será a través de los ojos inocentes y naífs de Dong-shik, recién llegado del campo, que contemplemos la severa realidad de la vida en Seúl. Lo cierto es que muy pocas películas coreanas de la época retratan tan fielmente y con tanta dureza la situación del país después de la guerra como The Flower in Hell. La censura del momento impuesta por el gobierno de Syngman Rhee no permitía según qué descripciones de la ‘verdad’, con lo que el melodrama con final más o menos feliz es el que se imponía en la cartelera. No es así, ni mucho menos, en The Flower in Hell, que, junto a Aimless Bullet, son las películas más desoladoras de la retrospectiva. Dos escenas para la historia: el montaje en paralelo en el que mientras las chicas de compañía entretienen a los soldados, los pandilleros roban en los almacenes de la base militar; y la segunda, ese grandioso final ‘embarrado’, prolongado hasta el infinito a conciencia por el director.
Gloria Fernández