Concebida, desde sus inicios, como una sección que pusiera al alcance del público donostiarra una selección de las obras más relevantes vistas en otros festivales de cine, Perlak ha venido consolidándose también como un escenario de reencuentro para muchos cineastas que, tras haber participado en ediciones anteriores del Festival, regresan a Donostia para compartir con la audiencia sus últimos trabajos, aplaudidos y premiados en otros certámenes. Es el caso de Louis Garrel quien, tras competir por la Concha de Oro en 2018 con su anterior largometraje, Un hombre solo, trae este año a Perlak La Croisade, una deliciosa y divertida fábula ecologista que, además de dirigir, coprotagoniza junto a su compañera y musa Laetitia Casta y que también podrá verse en una proyección al aire libre que se celebrará en el Parque
de Cristina Enea.
El cine francés será el gran protagonista de la sección este año. Otra asidua visitante del Festival es Céline Sciamma (Girlhood, Retrato de una mujer en llamas) que este año regresa a Donostia no solo para presentar en Perlak Petite maman, sino también para tener un encuentro con los estudiantes de las escuelas de cine. Del país galo también nos llegará la apabullante Las ilusiones perdidas (que concursó en Venecia) donde Xavier Giannoli acude a Balzac para construir un fresco sobre la ambición humana y las relaciones de poder que resulta inevitable no leer en clave contemporánea. De producción francesa también son Benedetta, firmada por el veterano e incombustible Paul Verhoeven, que podrá verse tras el pequeño escándalo que suscitó su proyección en Cannes, y Ouistreham, melodrama dirigido por el también escritor Emmanuel Carrére. Viejos conocidos del Festival son asimismo el belga Joachim Lafosse (ganador de la Concha de Plata al mejor director en 2015 por Los caballeros blancos) y Charlotte Gainsbourg, que acudirá a Donostia para presentar su debut como directora, Jane par Charlotte, una suerte de diario íntimo rodado a modo de documental donde la, hasta ahora, actriz lleva a cabo una aproximación personal a la figura de su madre, la mítica Jane Birkin. Aunque si hay un cineasta francés con una conexión especial con San Sebastián ese es, sin duda, François Ozon, ganador de la Concha de Oro en 2011 con En la casa y que este año presenta en Perlak Todo ha ido bien, una hermosa y desgarradora historia sobre el derecho a elegir la propia muerte protagonizada por unos inconmensurables André Dussolier y Sophie Marceau.
Los reencuentros no se quedan ahí, sino que se extienden a realizadores de otras latitudes como Todd Haynes, que clausurará este año Perlak con su aproximación al universo de The Velvet Underground, tras el buen sabor de boca que dejó su anterior presencia en la sección con El museo de las maravillas (2017); o Sean Baker, quien tras haber optado ya al premio del público ese mismo año con The Florida Project volverá a intentar hacerse con el galardón con Red Rocket. Habrá también directores que se reencuentren consigo mismos como el japonés Ryusuke Hamaguchi, que presentará dos películas diferentes en Perlak, La ruleta de la fortuna y la fantasía y Drive my car. Esta última fue una de las sensaciones en Cannes, con permiso, claro, de Titane, ganadora de la Palma de Oro e, indiscutiblemente, uno de los títulos del año, que traerá hasta Donostia no solo a su directora, Julia Ducournau, sino al actor Vincent Lindon, visitante asiduo de nuestra ciudad.
Pero entre tanto reencuentro también habrá espacio para los desencuentros. Este año Perlak, de hecho, se inaugurará con uno bastante sonado, el que mantienen Félix Rivero e Iván Torres, dos actores con una percepción antitética de su propio trabajo que, bajo los rasgos de Antonio Banderas y Óscar Martínez, mantienen un pulso antológico en Competencia oficial de Mariano Cohn y Gastón Duprat, una historia de cine dentro del cine protagonizada por una directora con un elevado concepto de sí misma a la que da vida Penélope Cruz.
Jaime Iglesias