"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Tras recibir en la Berlinale de este año el Premio del Jurado de la sección Encounters, la austriaca Sandra Wollner recala en Zabaltegi-Tabakalera con su segundo largometraje, The Trouble with Being Born, la historia de una niña androide con recuerdos que le son programados, y que no son sino os de otras personas que desaparecieron y significaron algo para los propietarios del robot.
¿Podría decirse que esta es una película sobre los recuerdos y la memoria?
Es una película acerca de los recuerdos y acerca de si existe una verdadera diferencia entre los recuerdos reales y los recuerdos inculcados. Además, el cine es memoria, y por lo tanto, esta película es también una reflexión sobre la memoria del cine. Al fin y al cabo, todo lo que hemos visto en el cine, sus personajes, sus situaciones, son como fantasmas.
En la segunda parte, la película cambia de escenario, y aparece el personaje de la anciana. Creo que aporta algo especial. ¿Puede hablarme un poco de ese personaje?
Ella es una gran actriz austriaca (Ingrid Burkhard), para mí ha sido todo un honor trabajar con ella, y estuvo implicada en el proyecto desde el principio. Me pareció muy interesante que este personaje se reencontrara en su vejez con su hermano fallecido de niño, y que ella rejuveneciera, que se transformara su estado mental, que se volviera a comportar como una niña de nuevo.
Las atmósferas son muy importantes en la película y en buena medida sustituyen a los diálogos. ¿Concibe el cine más por el poder de la imagen que el de la palabra?
Sí, pero no como un dogma. Personalmente me gusta una amplia variedad de películas, por supuesto muchas con diálogos maravillosos, pero ahora mismo es cierto que me siento especialmente interesada por lo que podemos llamar ‘preverbal’, lo que ocurre antes de ser visto, en el inconsciente, en el sueño. Algo esencial en el cine es que cuentas con la imagen para mostrar algo que se asemeja a un sueño y que ocurre antes de que se hable. Me interesa mucho lo que está antes de que aparezca la palabra.
¿Por qué una niña robot? ¿De dónde nació la idea?
Al principio estaba escribiendo un guion diferente en el que no había ningún androide, era sólo una niña, pero quería que se escondiera su perspectiva humana, aunque suene absurdo, y un amigo dijo en broma que fuera un robot. Entonces cobró sentido.
La ciencia ficción al final siempre tiene un mensaje humanista. ¿Le interesa el género?
Sí, pero obviamente en esta película es una excusa. Mi interés principal era la narrativa que quería emplear, no la ciencia ficción. Aunque sí hay un título del género que me ha influido mucho: Under the Skin (Jonathan Glazer). Y luego Bresson, especialmente Al azar de Baltasar.
¿Cómo te gustaría encaminar tu propio cine?
Me interesa el cine que explora lo onírico. Un cine poco verbal. Terrenos en los que te sientes confuso y perdido. Al menos actualmente. Por supuesto, manteniéndome siempre con curiosidad.
Gonzalo García Chasco