Ana, Yolanda, Patricia, Virginia… muchas mujeres podrían ser las protagonistas de la historia a la que Carolina Moscoso quiere dar voz a través de Visión nocturna. Ocho años han pasado desde que fuera violada en una playa cercana a Santiago de Chile y, a través de vídeos-diario recogidos desde que tenía quince años, la directora ha querido hablar de lo difícil que es hablar de ello. “El personaje intenta ocupar la palabra que nos han quitado desde hace tanto tiempo. Nos han invisibilizado, nos han callado. Intento tomar esa voz y hablar de cómo el silencio ha sido tan importante para seguir perpetuando esto. Dentro de la película empezamos a hablar de este silencio, de sentir el silencio”.
Este silencio era algo que quería analizar porque “ha sido el poder que ha tenido el patriarcado, nuestro silencio. Que nosotras nos calláramos y pensáramos que era nuestra culpa. Crecemos en esa presión y eso afecta a nuestra libertad: hablo de los abusos en universidades, en lugares políticos, en la obsesión por ‘objetualizarnos’, por condicionar nuestra manera de existir en este mundo”.
En la película nos habla de una población oprimida que va despertando. “Las violaciones han existido siempre; la estructura las había normalizado”, añade Moscoso. Cuando sale a la luz el concepto de víctima, la directora nos cuenta que “intento cuestionar qué significa ser víctima, en la película quería evaluar qué se espera de la víctima y jugar con esos prejuicios, desarmarlos, porque no hay una víctima perfecta”, y continúa: “¿Con qué herramientas vas a hacerte los exámenes médicos, policiales, en un contexto en que se te cuestiona? En vez de cuestionar a la víctima habría que cuestionar a la institución. Además, intento desmontar esa idea de víctima perfecta porque hablo de que está borracha, está de fiesta, ha fumado marihuana y de que, a pesar de todo ello, no debería existir la posibilidad de violación”.
A la directora también le interesaba mucho hablar del dolor, de qué hacer con el dolor. “Me imaginaba ver qué pasaría si abrieras a una persona en dos y pudieras ver cómo se siente, ese era mi gran objetivo, además de hablar de qué hacemos con las heridas”. Y de las heridas surge el concepto de la curación, a lo que Moscoso añade que: “Cuestiono mucho el término de la curación, las heridas quedan siempre y todos estamos hechos en cierta medida de las heridas que nos han ido atravesando. En el fondo este personaje sigue intentando vivir, teniendo amistades, relaciones…”.
Visión nocturna, su título, tiene que ver tanto con la técnica de grabación como con “la capacidad de ver en la oscuridad, de iluminar lo oscuro. Yo siempre me he dejado llevar por las luces; el cine para mí es luz; por lo que para mí las imágenes me hablaban siempre de luz, de sombras”.
La película no cumple los estándares de la imagen a los que estamos acostumbrados a ver en el cine: “No creo mucho en ello, en que la imagen correcta sea la bien expuesta, para mí es mucho más emocional y sensitivo el añadir más luz, quitarla… para mí, el sentir cómo la luz y la sombra van inundando la escena convierte la imagen en algo mucho más sensorial. Ahí radica el juego de la luz. Para mí las cosas que te duelen emocionalmente también entregan cierta luz”. En cuanto al estilo de elaboración del largometraje, Moscoso afirma que “es una película que trabaja un material que en general queda fuera de las películas, está compuesta por las tomas que generalmente descartarían, lo que está fuera de foco, lo sobreexpuesto. Justamente me quedo con todo eso. Y en ese sentido creo que tiene que ver con el tema que trato, por el hecho de que hablamos de una violación, de un tema del que nunca se habla, de mirar aquello que nunca se mira”.
Visión nocturna es una película con “una mirada feminista en términos de cuestionar los lenguajes establecidos”. La directora nos cuenta que al realizar la película trató de pensar en el público para que se entendiera el mensaje: “Estandaricé mi lenguaje y también quise revolucionar el mensaje patriarcal”. Al finalizar la entrevista, le preguntamos por el papel y el futuro de las mujeres, y confiesa que “la micropolítica nos puede salvar: lo que haces en tu casa, como tratas a tu familia, a tus amigos. Tenemos la posibilidad de hacer cambios profundos solo uniéndonos”.
Maria Aranda