"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Decir que el cine de Abel Ferrara es caótico no es algo peyorativo. El caos es Ferrara. Ferrara es el caos. Filmes como Bad Lieutenant retratan el caos y el lado oscuro. Toda su obra desde El asesino del taladro tiene como protagonistas a personajes al límite que deambulan por esa zona sin retorno. Él mismo puede expresarse a través de todas esas tipologías aunque no haga en su vida privada lo que hagan ellos en la pantalla. Y pese a que parezca que siempre habla de lo mismo a través de historias distintas, Ferrara es siempre un sobresalto.
Sportin’ Life, la película sorpresa del Zinemaldia que el propio Ferrara presenta esta tarde en el Victoria Eugenia, está por supuesto en esta línea. Pero sin personajes de ficción como los mafiosos de El funeral, el hampón de El rey de Nueva York, el cineasta en crisis de Dangerous Game o los propietarios y clientes del club de striptease de Go Go Tales. El film pertenece a Self, el proyecto artístico de la firma Saint Laurent.
Ferrara se muestra a sí mismo presentando Siberia en la Berlinale, tocando la guitarra eléctrica en improvisadas actuaciones y explicando cómo se siente con Trump y con el Covid-19. A su lado, el actor con quien más veces ha trabajado: Willem Dafoe. Hablan del mundo y de sí mismos, de cómo se rueda un documental que gira acerca de cómo se filma un documental. “No me preocupo de la historia, me preocupo del ritmo de la película”. El ritmo es el caos.
Quim Casas