"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Hay cineastas que logran el reconocimiento y, desde ese instante, ponen todo su empeño en mantener el estatus adquirido, refugiándose en una zona de confort que les lleva a reincidir en el tipo de propuestas que les han granjeado prestigio. Otros, sin embargo, están empeñados en conservar su reputación arriesgándose en cada nuevo trabajo que ruedan, probándose en registros diversos y en historias diferentes. La japonesa Naomi Kawase pertenece a esta segunda categoría de directores y, si bien es verdad que su filmografía atesora toda una serie de elementos que la definen y que hacen que sus películas sean fácilmente reconocibles en su singularidad, no es menos cierto que cada nuevo largometraje que rueda difiere bastante en tono y forma de su trabajo precedente.
Tal es el caso de True Mothers, la película que ayer presentó en el Festival y que pone punto final a la selección de títulos a competición. Se trata de un trabajo muy diferente a Vision, su anterior largometraje, con el que también compitió por la Concha de Oro; pero, al mismo tiempo, estamos ante un film donde tienen cabida algunos de los temas recurrentes en la filmografía de la cineasta de Nara, empezando por la maternidad. En conexión online desde Japón, Kawase manifestó: “Creo que mi fascinación por este tema viene de cuando era una niña. Mi infancia está muy ligada a la isla de Amami Ōshima. Allí vivía un tío mío que siempre repetía que ‘lo único que puede llegar a salvar al mundo es el cariño materno’. Fue una frase que se me quedó muy grabada y creo que, por eso mismo, mis películas intentan encontrar el modo de vincular el afecto materno con un estado de armonía, de paz”.
True Mothers narra la historia de una pareja que decide adoptar un niño tras varios intentos infructuosos por ser padres biológicos. El relato no sigue un orden cronológico y eso permite a Kawase contar no solo la historia de dicha pareja en el presente (cuando su hijo tiene ya cuatro años) y en el pasado, sino abordar también las circunstancias sociales y familiares que llevaron a la madre biológica
del pequeño a darlo en adopción, así como el trabajo desarrollado por la organización que gestiona dicho proceso. De este modo, Kawase construye un relato organizado en flashbacks, aunque la cineasta se mostró renuente a usar dicho concepto: “Yo prefiero decir que mi película está organizada en recuerdos porque los recuerdos tienen un valor subjetivo y permiten encadenar emociones”. Pero más allá de la estructura del film, la directora confesó que lo que la animó a rodarlo fue el hecho de que “yo misma soy adoptada y cuando leí la novela de Mizuki Tsujimur en la que se basa la película, me sentí muy concernida por lo que en ella se contaba. Sobre todo, me interesó la luz que desprende el personaje de Asato, el hijo, capaz de unir a su madre biológica con su madre adoptiva”. En este sentido, Kawase fue concluyente al afirmar que “las relaciones maternofiliales no vienen definidas por los medios económicos que podemos dedicar a la educación de nuestros hijos, ni por los lazos de sangre, sino que se crean en la convivencia diaria”.
Jaime Iglesias