"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Ben Sharrock (Edimburgo, 1988) regresa a New Directors para presentar Limbo, cinco años después de su paso por esta misma sección con su ópera prima Pikadero (2015). En esta ocasión, nos invita a viajar a una isla remota escocesa, que funciona como metáfora para poder hablar sobre la manera en la que Europa está actuando frente a la crisis de las personas refugiadas. Un tema con el que está muy sensibilizado, que le despierta un gran interés, en parte por su formación universitaria en árabe y políticas que le llevó a residir un año en Siria, donde estudió en la Universidad de Damasco poco antes del inicio de la guerra civil; una experiencia que le marcó profundamente y que, con la llegada de la llamada “crisis de los refugiados”, consideró oportuno reflejar. Es una temática a la que ya se había acercado cuando estudiaba en la escuela de cine, en un corto realizado en los campos saharauis, sobre la manera en la que la etiqueta de ‘refugiadas’ afecta a la identidad de las personas: “Esta problemática me marcó mucho y sentí que tenía que hacer una película sobre ello, pero no sabía cómo, por lo que empecé por una lista de lo que quería evitar. Tardé mucho tiempo en encontrar la forma correcta de aproximación al tema, dar con el tono idóneo y con un formato que mereciera la pena. En ficción a menudo el problema se representa vehiculado desde el punto de vista occidental de la situación, y yo no buscaba eso, sino que quería que los personajes fueran refugiados que contasen la historia desde su perspectiva, que la película hablase de identidad y que tuviera también humor, algo que considero esencial en mi voz como cineasta: intentar adentrarme en asuntos sociales serios, utilizando el humor como herramienta”.
El protagonista de Limbo es Omar —interpretado por el actor Amir El-Masry, presente estos días en San Sebastián— un joven músico sirio que ha atravesado Europa con su laúd, aunque no lo puede tocar porque tiene una mano escayolada. Omar convive con otros refugiados y asiste a clases de adaptación cultural con más gente en la misma situación irregular. El diseño sonoro y la música es una piedra angular en este largometraje, así como el entorno y los paisajes, que se convierten en personajes de la película junto a los refugiados y los habitantes, a priori locales, pero procedentes de diversas regiones europeas: “Omar está desafinado, está perdido, y eso se refleja en la película gracias a un trabajo minucioso con el ingeniero de sonido”.
Para la escritura del guion Sharrock pudo deconstruir conceptos que necesitaba pulir para la película entrevistando a gente que había solicitado asilo en Escocia y ONGs especializadas. Explica que de media, cada caso tarda un mínimo de un año y medio en ser estudiado. “Limbo ilustra la respuesta paneuropea a la crisis de los refugiados. La ratio de los planos de interior, en la academia por ejemplo, está definida de manera que se vean tanto el techo como el suelo, mostrando a los personajes encajonados, para ilustrar también que están atrapados porque les estamos metiendo en dicha caja”.
Amaiur Armesto