"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Los aficionados al cine fantástico, que en esta ciudad son legión, estaban de enhorabuena cuando se anunció que Takashi Miike vendría al Festival de San Sebastián con su último largometraje, First Love, estrenado mundialmente en la Quinzaine des Réalisateurs de Cannes. Y seguro que pocos se habrán sentido decepcionados.
Con más de un centenar de películas a sus espaldas, uno nunca sabe que esperar cuando una película de Takashi Miike se cruza en su camino. Podría calificarse como una mezcla de thriller y comedia, pero nada en este inspirado regreso al cine de yakuzas es convencional. First Love comienza como una película de boxeo a la vieja usanza, a continuación introduce a un personaje que sufre secuencias propias del cine de terror y de pronto algunas escenas de acción parecen salidas de un anime. Miike sigue siendo tan inclasificable como siempre para contar, según sus palabras, “la historia de amor de dos jóvenes que se conocen rodeados de canallas”.
¿Y qué podía aportar nuevo a la clásica historia de chico-conoce-chica? “Cuando hago una película nunca me planteo hacer algo nuevo que no haya hecho hasta ahora. Simplemente trato de contar mi historia lo mejor posible. No me interesa hacer cosas nuevas, sino hacer bien una película”, sentenció el cineasta japonés, que confiesa nunca intenta hacer lo que espera el público, pero que en esta ocasión ofrece lo que muchos espectadores más ansían: puro placer por el cine de género con el que recupera su mejor estado de forma.
Una frescura tras las cámaras que a sus cincuenta y nueve años conserva porque “según vas haciendo más películas cada vez disfrutas más los rodajes. Tengo la gran ventaja de que todas mis películas son muy diferentes, siempre me puedo enfrentar a un rodaje como algo nuevo, entretenido para mí mismo. Creo que siempre, en cada rodaje, estoy haciendo una cosa diferente. Me ilusiona mucho poder seguir trabajando”.
La película se encuentra a competición en Zabaltegi-Tabakalera, una sección abierta donde encaja a la perfección. Precisamente sobre su participación en el Zinemaldia entiende que “cada festival quiere mantener una determinada línea, un determinado estilo, pero también puede haber este tipo de películas de entretenimiento y violentas como la mía. Aunque el tono general de estos festivales sea un poco más serio, que de vez en cuando salpiquen con producciones para el público también es un descanso”.
Al director de Audition y 13 asesinos le resulta muy importante saber cómo reacciona el público en la proyección: “Creo que una película no se completa hasta que no la ven los espectadores. Puedes haberla visto nada más terminarla, pero cuando la ves con los espectadores es diferente”. Y con ellos la disfrutó, aunque probablemente no como suele hacerlo. Y es que fue al preguntarle por las películas que le gustan cuando encontramos la mejor definición posible de su cine: “Me gustan las películas que se pueden disfrutar tomando una cerveza. Cuando voy al cine lo normal es que me tome dos latas de cerveza. Y como llevas dos cervezas, te entran ganas de ir al servicio entre medias. Por eso me gustan películas en las que, aunque salgas cinco minutos y vuelvas, no te pierdes nada importante”.
Antonio Miguel Arenas