"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Celebrando ya su cuarta edición, el encuentro entre programadores internacionales de festivales LGTB se ha consolidado ya en el Festival de San Sebastián. Ello ha sido posible gracias a la actitud colaborativa por parte del Zinemaldia de que este festival se convierta en un punto de encuentro y referente para el cine LGTB (especialmente en el marco iberoamericano), así como al esfuerzo continuado de años por parte del colectivo Gehitu, responsables asimismo del premio Sebastiane.
La idea nació con el apoyo de Acción Cultural Española, cuando desde el Premio Sebastiane se constató que los programadores de los festivales LGTB podían acceder a los festivales grandes como Berlín o San Sebastián solamente cuando se les invitaba a formar parte de los jurados de los premios Teddy y Sebastiane. Lo que se buscó es dar la oportunidad a representantes de estos festivales, especialmente a los procedentes de países más pequeños en América Latina o en distintas regiones españolas, de reunirse en un único foro. “El propósito es empoderar a los festivales en lengua castellana”, concreta Nicolás Subirán, voluntario y jurado del Premio Sebastiane.
El principal mercado de cine LGTB se encuentra en la Berlinale, pero San Sebastián representa la plataforma perfecta para el mercado y la comunicación con América Latina, por lo que muchos de estos programadores forman parte activa de las actividades que se llevan a cabo dentro de Industria en el Zinemaldia. Pero más allá de esa actividad industrial, estos encuentros aportan el valor añadido de ofrecer un espacio compartido en el que dialogar. Emergen así una serie de temas comunes que son tratados en distintas mesas de trabajo y que, si bien las experiencias propias de los participantes son los que los ponen sobre la mesa, sí que apuntan a algunos ejes prioritarios de actuación futura.
En primer lugar, la cuestión educativa es clave. Desde los festivales LGTB son conscientes de que es fundamental abrirse a la escuela creando planes educativos con los materiales fílmicos, ofreciendo la posibilidad de que en dichas escuelas se pueda hablar de la diversidad a partir de la imagen. También se quiere poner fuertemente en valor al voluntariado, pues buena parte de estos festivales, o de premios como el Sebastiane, han sido fruto del esfuerzo de muchos voluntarios. Cómo gestionar este voluntariado, que sea sostenible, que esté bien formado, o que se desenvuelva bien en el uso de las redes, son aspectos prioritarios.
Y sobre todo se subraya la idea de las sinergias: sinergias entre los mismos festivales LGTB, pero también con los colectivos, con el mundo de las artes, con las instituciones culturales, con filmotecas o con otro tipo de festivales especializados (de derechos humanos, de terror, etc.), porque lejos de ser competencia pueden compartir esfuerzos y películas.
“Hay que hacer llegar las películas a donde tienen que llegar, que son las salas comerciales”, apunta Subirán, consciente de que a menudo es difícil que el cine LGTB se visibilice fuera de los festivales especializados y llegue a públicos más amplios. Y reconoce el importante apoyo que San Sebastián y Berlín han venido ofreciendo, primero por la existencia de un premio LGTB, y luego por facilitar este tipo de encuentros. “Es algo muy valioso lo que hacen estos festivales: apoyar los cambios e incentivarlos”, concluye.
Gonzalo García Chasco