Es parte de la filosofía habitual que define a la retrospectiva clásica que se realiza cada año en el Festival de San Sebastián el que se dedique a las figura de cineastas cuyas obras merecen una especial puesta en valor, o que han quedado por una u otra razón parcialmente olvidadas en el tiempo (a menudo quizás eclipsadas por las propias películas más conocidas del autor). Pero este año, la propuesta va incluso más allá, pues se saca del olvido a una cineasta como la británica Muriel Box, cuya producción cinematográfica es prácticamente desconocida.
En la presentación ayer del libro que como cada año acompaña a la retrospectiva, coeditado una vez más por el Festival de San Sebastián y Filmoteca Española, los encargados de la edición, Quim Casas y Ana Cristina Iriarte, quisieron subrayar la importancia de esta “apuesta de riesgo”, en palabras del propio Casas. Tal y como él mismo explicaba, no es lo mismo recordar la obra completa de un director como el año pasado sucedió con Losey, quien al fin y al cabo goza de cierta consideración crítica y algunos títulos muy conocidos, que poner sobre la mesa un nombre que para la mayoría, incluso entre la cinefilia, es gracias a esta retrospectiva que lo han escuchado por primera vez.
Y eso, aunque seguramente tiene el riesgo de llamar menos la atención de un público más amplio, le otorga un valor añadido, puesto que, como fueron exponiendo ayer Casas e Iriarte, y como estarán descubriendo los espectadores a lo largo de este Zinemaldia, no son pocos los elementos valiosos que encontramos en la biografía y obra de Muriel Box.
Muriel Box tuvo que hacer su trabajo a contracorriente del sistema
En primer lugar, porque según las enciclopedias o diccionarios de cine, era la única mujer directora en los años cincuenta en Gran Bretaña junto a Wendy Toye, lo cual le concede un especial mérito máxime dadas las dificultades que precisamente por ser mujer padeció a la hora de conseguir sacar adelante sus proyectos: desde el menosprecio por parte de los productores hasta el mismo hecho de que había actrices reconocidas como Jean Simmons que no se veían dirigidas por una mujer. “Tuvo que hacer su trabajo completamente a contracorriente del sistema”, indicó Quim Casas.
Ese valor se refuerza en tanto que Muriel Box era una convencida feminista, además de una mujer comprometida y militante de distintas causas progresistas. Aunque no por ello, tal y como explicaron tanto Casas como Iriarte, hizo un ‘cine de tesis’, sino que más bien, manifestaba ser una voz decididamente femenina: “había una voluntad por poner a la mujer en primer término”. Para Ana Cristina Iriarte, lo suyo era un “feminismo natural”. Resulta significativo que ella reconociera que su vida había quedado marcada por la lectura de los libros de Virginia Woolf, y de hecho, cuando abandonó el cine en 1964 (en buen aparte por las dificultades constantes que encontraba para hacer cine) creó la primera editorial feminista de Gran Bretaña, Femina Books.
Además, muchas de sus películas son más que notables, y en su cine se encuentran también muchas virtudes que merecen ser resaltadas. Hay que tener en cuenta que ella antes había sido una buena guionista que incluso ganó un Oscar al mejor guion por El séptimo velo, dirigida por Compton Bennett en 1945, convirtiéndose en la segunda mujer en toda la historia en ganarlo. Pero sobre todo, aunque hizo películas populares con vocación comercial (aunque desde una posición independiente), hay que destacar que fue una directora que aportó modernidad, ya que abordó una serie de temas que en buena medida eran tabú en la sociedad británica en aquel momento, como la bigamia, el aborto, la prostitución o la delincuencia adolescente.
Había una voluntad por poner a la mujer en primer término
Ahora tenemos la oportunidad de conocer toda esta obra, así como muy interesantes elementos biográficos de la directora británica, gracias al volumen editado por el Festival de San Sebastián y Filmoteca Española, que representa la primera monografía exhaustiva que se le dedica, como se puede comprobar en la muy escasa bibliografía que se ha podido incluir. Y gracias también a la retrospectiva, es de agradecer que sus películas tengan un recorrido de exhibición después de San Sebastián en la Filmoteca Española y el Festival Lumière de Lyon.
Gonzalo Garcia Chasco