"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Nacido en Varsovia en 1957, se formó como cineasta en Gran Bretaña, donde dirigió un buen número de documentales para televisión así como sus tres primeros largometrajes. De vuelta a su país natal dio un giro a su filmografía con Ida, un film minimalista en blanco y negro ambientado en la Polonia de los años 60 con el que obtuvo, en 2015, el Oscar a la mejor película extranjera. Este año ha conseguido el premio a la mejor dirección en Cannes con Cold War, una nueva evocación de los devastadores mecanismos con los que los regímenes totalitarios anulan emocionalmente a los individuos.
En su nueva película vuelve a apostar por el blanco y negro y por un formato 4:3 ¿Cómo justifica esta elección?
Cuando piensas en cómo era Polonia durante los años 50, el blanco y negro se antoja una elección casi natural. De todas formas, en un primer momento, buscando distanciarme de Ida, mi anterior largometraje, sí que consideré rodar Cold War en color pero no encontré la gama adecuada, así que opté por el blanco y negro. Pero frente a aquella película, donde los tonos eran más neutros, aquí la imagen está más contrastada y eso creo que fortalece el elemento dramático de la historia confiriéndole, hasta cierto punto, un alcance épico, sin perder ese aire de obra de cámara que quería que tuviera.
¿Tuvo algún punto de inspiración concreto para conseguir esa estética?
La verdad es que no. Hombre, manejamos un fondo documental bastante importante de fotografías de la época. Por una parte, de las giras de los grupos de coros y danzas que se formaron en Polonia; por otra, de París y sus clubes de jazz. Pero no hubo un fotógrafo o un cineasta que nos inspirase de un modo concreto.
Resulta llamativo, no obstante, que para hablar de un material tan sensible como las pasiones humanas, elija un tono tan frío.
Como espectador, siempre me han resultado incómodos determinados recursos que se usan en el cine para ensalzar las emociones, como el uso del close up o una banda sonora invasiva. Las emociones son emociones y basta. Además no todas las personas se emocionan con lo mismo o de la misma manera. Por ejemplo, una película como Cold War seguro que no genera el mismo efecto en un espectador que en otro.
Ese rechazo por enfatizar las emociones ¿también justificaría su apuesta por las elipsis?
Sí, completamente. No me interesan aquellas escenas cuya única función es explicar cómo se ha llegado de un punto A a un punto B, prefiero confiar en la inteligencia del espectador. Si tienes unos diálogos vivos y auténticos puedes apostar abiertamente por el uso de elipsis. En la vida real las cosas se hacen por infinidad de motivos pero en las películas, demasiado a menudo, vemos que solo hay una causa para explicar el comportamiento de los personajes. A mí, personalmente, no me gusta explicar los motivos de una acción, prefiero sugerirlos.
“Cuando piensas en Polonia en los 50, el blanco y negro es una elección natural”
Es curioso la repercusión que ha alcanzado Cold Warcuando Ida, pese a ganar después el Oscar, no tuvo un recorrido demasiado exitoso por festivales.
Sí, bueno, con Cold War tuve la suerte de ser seleccionado para Cannes y la verdad es que se trata de uno de los mejores lugares en los que una película puede empezar su recorrido. Para mí es un honor estar presente en el circuito de los festivales. Venir a Perlak y encontrarme en compañía de cineastas a los que admiro como Alfonso Cuarón, Ciro Guerra o Spike Lee es un auténtico regalo.
Jaime Iglesias