Tras rodar el corto A Man on the Beach (1956) para Hammer Film, todo indicaba que Losey iba a encontrar cierto acomodo en esta productora dedicada al fantástico. Comenzó entonces el rodaje de X The Unknown (1956), una película con el equipo de gala de Hammer (el productor Anthony Hinds, el guionista Jimmy Sansgter, el compositor James Bernard y el montador James Needs) realizada tras el éxito de la propuesta de ciencia ficción de la compañía, El experimento del doctor Quatermass. De hecho, X The Unknown, un relato sobre los peligros y fascinación de la energía atómica, estaba planteado como una secuela del primer film sobre Quatermass pero sin Quatermass. La película participaba de los elementos del cine fantástico y de ciencia ficción estadounidense de la época: la gente refugiándose del peligro en la iglesia como en La guerra de los mundos, la ma- sa viscosa que presagia la de The Blob o la amenaza de la radiación presente en La humanidad en peligro o Tarántula.
La criatura radiactiva es sugerida mediante primeros planos de sus asustadas víctimas y la atmósfera singular que crea el sonido eléctrico. Losey sabía rentabilizar la precariedad de medios. Pero Dean Ja- gger, el actor estadounidense que encarna al científico obsesionado con la radiación, no quiso trabajar con un director que aún figuraba en las listas negras de Hollywood, por lo que Losey fue substituido por Leslie Norman (director impersonal procedente de la Ealing) a los pocos días de iniciar el rodaje, aunque sus es- cenas se conservan en el montaje final.
En su conjunto, X The Unknown tie- ne detalles interesantes, mientras que Estos son los condenados (1962), film que Losey pudo rodar sin problemas en Hammer cuando los efectos de la caza de brujas habían remitido, resul- ta una obra muy personal. Se trata de la historia de nueve niños radiactivos sometidos a una serie de experimentos en una base escondida en Dorset, sobre el Canal de la Mancha. Pero el film empieza de un modo distinto, con el protagonismo de otro maduro esta- dounidense (encarnado por Macdonald Carey, intérprete de uno de los film noir de Losey en Hollywood, El forajido) enfrentado a unos teddy boys liderados por Oliver Reed (quien acababa de hacer para Hammer y Fisher una película sobre el hombre lobo). En su primera parte, con el papel jugado por esta banda de violentos y motorizados teddy boys, la película presagia a los drugos de La naranja mecánica: la era de la violencia absurda ha llegado a Inglaterra, comenta un personaje.
Cuando el relato se desplaza hacia el terreno de el temor atómico, la pe- lícula adquiere tintes de pesadilla: los niños que envenenan a su pesar con el solo contacto de sus manos hela- das, las esculturas retorcidas que rea- liza la mujer que vive en el acantilado, de nuevo el sonido amenazante de la electricidad y esas rocas de Dorset que parecen nubes de algodón en defini- ción de la joven encarnada por Shir- ley Anne Field, actriz que participó en dos de las producciones británicas más determinantes de esa época, El fotógrafo del pánico y Sábado noche, domingo mañana.
QUIM CASAS