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Todd Haynes vuelve a San Sebastián (donde en 2013 ejerció como presidente del Jurado de la Sección Oficial). Lo ha hecho para presentar, en la sección Perlas Wonderstruck, su último largometraje, un trabajo que viene del Festival de Cannes. El realizador de títulos como Velvet Goldmine, Lejos del cielo o Carol se adentra, en esta ocasión, en el mundo de la infancia para narrarnos dos historias paralelas (ambientadas en 1927 y 1977) sobre dos niños que deambulan por Nueva York en busca de sí mismos.
Una de las protagonistas de Wonderstruck escribe una nota con una pregunta muy precisa: ‘¿Quién soy?’ Una cuestión que bien podría valer para el resto de personajes que pueblan su filmografía, siempre en busca de sí mismos.
Supongo que sí. Siempre me han interesado aquellos personajes que demuestran su vulnerabilidad ante los demás y ante el mundo. En este caso, esa fragilidad viene determinada por una sensación de pérdida, supongo que fue eso lo que me interesó de la novela de Brian Selznick cuando me la leí. De todas maneras, siendo, como es, un tema recurrente en mi cine, creo que en cada película lo he abordado de una manera distinta.
¿Y usted alguna vez se ha hecho esa misma pregunta?
¿La de “quién soy”? Sí, claro, en varias ocasiones; tanto a nivel personal como profesional. Por ejemplo, los últimos años 80, cuando tuvo lugar la epidemia del SIDA y vi como afectaba a tantos amigos, fueron un período crítico para mí. Luego, como director, también me he hecho esa pregunta de manera habitual. Yo empecé trabajando en el ámbito del cine experimental y nunca pensé que iba a acabar haciendo un tipo de cine más narrativo, por así decirlo. Pero luego las cosas se han dado como se han dado y a partir de un determinado momento sentí que podía salir del llamado circuito indie. Eso me empujó a redefinir mi lugar en esta profesión.
En Wonderstruck, más que en otras películas suyas, se percibe un aliento lúdico. ¿Para usted rodar tiene algo de juego?
Creo que rodar una película sobre la infancia, como ésta, ha sido la excusa perfecta para ponerme un poco juguetón trabajando sobre dos historias paralelas que tienen lugar en dos momentos históricos diversos. De todas maneras los niños protagonistas de Wonderstruck no son nada revoltosos, más bien al contrario: Son introvertidos. Yo creo que la infancia es un territorio mucho más oscuro de lo que pensamos y, sobre todo, de lo que el cine tiende a mostrarnos. Y a mí me interesaba retratar esa fase final de la niñez en lo que tiene de sombría, justo antes de que llegue la adolescencia y te joda la vida del todo (risas).
¿Los personajes de esta película están imbuidos de sus propios recuerdos de infancia?
En cierto modo. Yo, desde luego, a los 12 años no me recuerdo como alguien especialmente feliz. De hecho en mi memoria retengo la imagen de los adultos diciéndome “aprovecha estos años que luego ya los echarás de menos”. Y, bueno, ahora que lo pienso, hacer esta película me ha reconciliado con mi infancia.
Es curioso que diga esto porque en todas sus películas, al menos desde un punto de vista estético, el pasado parece ser un territorio bastante inspirador para usted.
En el caso de Wonderstruck eso es algo que ya estaba en la novela original, pero he de confesar que para mí fue muy gratificante recrear toda esa época en la que se produjo el tránsito del cine mudo al sonoro. demás hay que tener en cuenta que con el advenimiento del cine sonoro la audiencia quedó segregada.
JAIME IGLESIAS