"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
En unos tiempos en los que la modernidad y la posmodernidad no deben dejar de mirar hacia el tiempo pretérito, aparece Thierry Frémaux, delegado general del Festival de Cannes y director del Institute Lumière de Lyon, para recordarnos con su film de montaje Lumière! L’aventure commence que todo empezó allí, con la salida de la fábrica de los obreros, el jardinero regado, el congreso de fotografía o la llegada del tren a una estación, actos cotidianos filmados como si se tratara de uno de los grandes descubrimientos de la humanidad.
De los Lumière de finales del siglo XIX, revisados y homenajeados por Frémaux en la película presentada en una sesión especial, al cine de la segunda década del siglo XXI personificado hoy en San Sebastián por La Doleur, Alanis, El autor, Call Me by Your Nane, Teströle és lélekröl/On Body and Soul, Sandome no satsujin/The Third Murder o The Square, incluidas en la Sección Oficial, Zabaltegi y Perlas. Formas distintas de encarar el relato cinematográfico con los filmes de viejos conocidos del Zimemaldia como Anahí Berneri, Manuel Martin Cuenca y Hirokazu Koreeda, pero también nuevas miradas como la ofrecida por Nicolás Combarro en Alberto García- Alix. La línea de sombra, retrato del fotógrafo realizado con la textura y la luz de sus propias y duras instantáneas; o la de Luca Guadagnino con la sensual Call Me by Your Name, cuyo guion lleva la firma del veterano director James Ivory.
De Combarro, representante español en la sección Nuev@s Director@ s, a Joseph Losey, de cuya retrospectiva se proyectan esta tarde títulos emblemáticos de sus dos épocas, la estadounidense y la europea, como The Boy with Green Hair, parábola de las represiones y violencias institucionalizadas, y El otro señor Klein, un inquietante relato sobre el tema del doble ambientado en el París ocupado por los nazis. Precisamente en esta misma época se desarrolla La Doleur, adaptación a cargo de Emmanuel Finkiel de la novela homónima y autobiográfica de Marguerite Duras. Excelente directora -Nathalie Granger, India Song, Le Camion, Baxter, Vera Baxter-, Duras ha tenido una suerte relativa cuando su prosa ha sido vertida en la pantalla grande. Finkiel, en un trabajo de puesta en escena encomiable, respeta la palabra de Duras, tan importante cuando se traducen sus historias en imágenes en movimiento, y encuentra en Mélanie Thierry a la actriz ideal para interpretar a la joven Marguerite cuando sobrevive, con dolor, tras la deportación de su marido por parte de la Gestapo.
Finkiel reconstruye en estudio un París de 1944 que sabe a verdad, como ese apartamento desnudo y espartano en el que vive el protagonista de El autor, de Martín Cuenca, un aspirante a escritor que manipula la realidad de sus vecinos para provocar situaciones de choque con las que nutrirse para su supuesta obra maestra literaria; o las callejuelas y pequeños pisos donde trabaja la prostituta de Alanis, película con la que Anahí Berneri regresa a la competición donostiarra tras Encarnación y Aire libre.
QUIM CASAS