"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El cine de Agustí Villaronga siempre ha sido pródigo en el retrato de supervivientes, de personajes obligados a salir adelante en medio de las dificultades extremas que les plantea un escenario hostil, ya sea un orfanato en la Europa de los años de entreguerras (El niño de la luna), un sanatorio para tuberculosos en la Mallorca de los años 50 (El mar) o un entorno rural viciado por la represión y el miedo como el que planteaba en Pa negre, su anterior y premiadísimo largometraje. Quizá fueran esas constantes en su obra las que animaron a la productora Mª Luisa Matienzo para hacerle llegar al director un ejemplar de la novela “El rey de La Habana” de Pedro Juan Gutiérrez, pensando que en esta historia de un adolescente, prófugo de un reformatorio, que se lanza a las calles de la capital cubana a mediados de los años 90, había potencial para una buena película.
“Mi relación con Cuba comienza en 1992, cuando estuve impartiendo unos cursos en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños – rememoró ayer Villaronga durante la presentación del filme–. Fue el inicio de un momento crítico para Cuba con la instauración de lo que se conoció como ‘Período Especial’ que empobreció notablemente al país. Tengo que reconocer que en aquel momento Cuba se me hizo un país dificilísimo, al punto que juré no volver allí jamás. Con el paso de los años, sin embargo, regresé en varias ocasiones y estreché mi relación con la isla”. El cineasta no ocultó que si le interesó rodar esta película fue porque “a través de las andanzas de Reynaldo, el protagonista, y de su relación con los demás personajes, se nos permitía ofrecer un fresco social de aquellos años que fueron muy difíciles para Cuba”.
Rumbo a Santo Domingo
Aunque su deseo inicial fue filmar la película en las calles de Centro Habana (barrio emblemático de la capital cubana cuyos ambientes impregnan la novela de Pedro Juan Gutiérrez), el gobierno de la isla no accedió a facilitar los pertinentes permisos de rodaje: “Supongo que no les gustó la idea de que un director extranjero fuera a meter las narices en lo que dieron de sí aquellos años, tan complicados para todos, cosa que entiendo perfectamente. Yo mismo hubiera desistido de no habermesentido apoyado por el autor de la novela”, explicó Villaronga. A este respecto, la productora del filme manifestó que “teníamos miedo de que rodando en otro sitio la historia perdiera contenido porque el paisaje humano y urbano de La Habana es muy identificable. Por suerte pudimos filmar en Santo Domingo con actores cubanos. Eso, por una parte ha sido positivo en tanto que universaliza el relato, porque esta historia, siendo muy habanera no resulta ajena a lo que ocurre en otros lugares”.
El trío de intérpretes cubanos que protagonizan el filme validó la verosimilitud del relato pergeñado por el realizador mallorquín como testimonio de un tiempo y de un país: “Mientras leía la primera versión del guion pensé `qué pena que tengan que venir de fuera a contar nuestra historia de una manera mucho más auténtica de lo que lo hacen muchos de nuestros cineastas’”, comentó Héctor Medina. Por su parte, Yordanka Ariosa precisó “El problema es que en Cuba llevamos años viendo la misma película. Sobre el ‘Período Especial’ se han hecho muy pocos filmes y cuando se ha abordado ha sido sin la profundidad deseada”.
JAIME IGLESIAS