"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
La recreación del rodaje de una película se ha convertido, con el paso de los años, en un género en sí mismo. Y no hay más que acudir a piezas como Dos semanas en otra ciudad (1962), de Vincente Minnelli, o La noche americana (1973), de François Truffaut, para comprobarlo. Sin embargo, poco tiene que ver el exceso de la primera o el arrebato de la segunda con lo que hace el japonés Nobuhiro Suwa en H Story (2001): ya no se trata de indagar en lo que pudo haber sido el rodaje de Hiroshima mon amour (1959), la obra maestra de Alain Resnais que constituye el núcleo de esta película, sino de especular acerca de un posible remake. En efecto, son los actores (Béatrice Dalle, Kou Machida, Hiroaki Umano...) y los técnicos (el propio Suwa, la directora de fotografía Caroline Champetier...) que trabajan en ese intento de recrear la historia original quienes se convierten en protagonistas, pero la película evita frontalmente adentrarse en sus tribulaciones cotidianas o laborales para hacer otra cosa.
En este sentido, el mayor deseo de H Story es redibujar el fantasma de Hiroshima mon amour para certificar la imposibilidad de recrear los clásicos del pasado. ¿Y cómo hace eso? H Story es una película sobre ausencias y vacíos, y por lo tanto llena de planos larguísimos, de silencios interminables, pero también de una singular emoción. Si Gus van Sant, en su remake de Psicosis realizado poco antes (1998), había intentado repetir plano a plano la película original de Hitchcock, aquí Suwa quiere preservar literalmente los diálogos escritos por Marguerite Duras para Resnais. De este modo, traspasar el lenguaje de un tiempo pasado al nuestro, donde solo quedan los fantasmas de aquel esplendor, se revela una tarea titánica condenada al fracaso. Suwa sugiere así que se pueden conservar ciertos gestos, ciertas palabras, un ambiente o unas cuantas miradas, pero ello no da lugar a una película, sino a un esbozo de película.
Y eso es H Story, una sucesión de fragmentos, unidos por una tenue línea argumental, que a su vez constituye un retrato al sesgo de la Hiroshima del siglo XXI y también del rostro de Béatrice Dalle, convertida en una presencia abrumadora, en una condensación de muchas otras heroínas sonámbulas de la historia del cine. Quizá por eso esta película, más allá de Resnais, acaba remontándose a Michelangelo Antonioni (el final podría ser un trasunto del que culminó El eclipse en 1962), y luego quizá enlazando con trabajos como Irma Vep (1996), de Olivier Assayas, y Lost in Translation (2003), de Sofia Coppola: en todas ellas se trata, en fin, de una mujer que vagabundea por las ruinas del cine y de la civilización.
Carlos Losilla