"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Tras participar en las películas de viajes del capitán Salisbury, Cooper y Schoedsack debutaron como realizadores con dos dramas naturales. Grass (Hierba, 1925) y Chang (Chang, 1927) –la primera de ellas codirigida por Marguerite Harrison, reportera y espía que Cooper conoció en el conflicto ruso-polaco de 1920– desarrollan una idea del cine documental parecida a la de Robert Flaherty. Se trata de llegar a un lugar, observary comprender las costumbres de sus habitantes para después filmarlos con una mezcla de documental y ficción. Todo documento implica también recreación, y los dos conceptos cuadran muy bien en el cine de estos directores.
Grass lleva como subtítulo A Nation’s Battle for Life (Batalla de una nación por la vida). De eso trata. Rodada entre mayo y junio de 1924 en Persia, hoy Irán, muestra la titánica migración que, dos veces al año, realiza la tribu de los Bakhtiari. Cincuenta mil personas viajan durante un mes y medio con sus cabezas de ganado hasta un valle de temperaturas más clementes y pastos fértiles. El momento crucial del viaje reside en el paso de la montaña helada del Zarder Kuh. Película de protagonismo colectivo, épica y lírica a su manera, pura en sus imágenes sin contaminar, concluye con el documento que firma el jefe de la tribu certificando que Cooper, Schoedsack y Harrison fueron los primeros extranjeros en cruzar el inhóspito Zarder Kuh. No estamos nada lejos de la película-aventura de Werner Herzog Fitzcarraldo, ficción y documento del desplazamiento real de un gran barco por las montañas brasileñas.
Si Grass visualiza una odisea en movimiento, Chang es un drama sedentario. Cooper y Schoedsack impresionaron muchos metros de película a los que luego dieron una forma narrativa concreta, la de la lucha cotidiana de Kru, un nativo de la selva del norte de Siam (hoy Tailandia, Camboya y Laos), su familia y sus animales. La amenaza de leopardos y tigres es permanente. El filme muestra al detalle cómo se preparan las trampas para cazar fieras y la estampida de elefantes que tanto inspiraría a las posteriores películas de Tarzán protagonizadas por Johnny Weissmuller. El subtítulo de Chang es A Drama of the Wilderness (Un drama de los lugares salvajes) y en los créditos aparecen conel mismo trato de protagonistas los nativos (que nunca antes habían visto una película), las bestias (que nunca habían tenido miedo de un rifle moderno) y la misma jungla.
En su primera película en solitario, Rango (1931), Schoedsack prolongó aspectos de Chang. Es tanto documento como ficción, un documental novelado: en el prólogo, un adulto le cuenta a un niño una historia de aventuras; es el reverso alegre y soñador de los sórdidos planos de infancia del protagonista de Las cuatro plumas (1929). Lo que cuenta el adulto es lo que filma Schoedsack en la selva de Sumatra con nativos (el cazador de tigres Ali y su hijo Bin) y animales (el orangután Tua y su hijo Rango). Un cuento es siempre invención. ¿Cómo cuadra eso con la imagen “verídica” del documental? De forma modesta, Schoedsack dinamitó el género.
Los juegos divertidos de Tua y Rango anuncian los del chimpancé Chita de la serie Tarzán, una vez más. El peligro diario en la selva está mostrado de forma natural: ante la amenaza de un tigre, Rango se esconde dentro de una tinaja y Bin carga el mosquetón con cadenas, dispara contra el felino y vuelve a acostarse como si nada. La salida del sol y la llegada del buen tiempo, filmada como una auténtica epifanía para los animales, es de una belleza sin par.