"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Yuki Tanada pertenece a ese todavía minúsculo grupo de mujeres que hace cine en Japón. Dos de ellas se encuentran precisamente presentes en el Festival representando una voz, la femenina, que todavía tiene mucho que decir dentro de la cinematografía nipona: Kawase (con Birth/ Mother) y Nami Iguchi (con Sex Is No Laughing Matter).
Curiosamente, estas dos últimas realizadoras utilizan el sexo como eje motor de sus historias. The Cowards Who Looked to the Sky está basada en una novela de tintes eróticos escrita por Misumi Kubo (editada en España por Satori) a la que se ha rebautizado en castellano como “Miro al cielo imponente”, y que se convirtió en su país de origen en un auténtico fenómeno tanto de crítica como de público. Se trata de un libro de relatos y en su adaptación cinematográfica, a pesar de utilizar varias de estas líneas narrativas, lo cierto es que hay una que sobresale por encima de todas y que se convierte en el corazón de la película: la relación entre un estudiante y una joven atrapada en un matrimonio infeliz, que se viste de Magical Girl (sí, con un vestido similar al de la película de Carlos Vermut) para evadirse de la triste realidad en la que se encuentra y obliga a su amante a disfrazarse del personaje masculino de ese manga para poder completar su fantasía.
La directora sigue a los dos personajes, aunque se fija de una forma más descarnada en la chica, Anzu (Tomoko Tabata), y en su asfixiante cotidianeidad junto a un marido al que no quiere y obligada por su suegra a quedarse embarazada. De hecho, la maternidad planea de forma extraña por la película, como si se tratara de un leit motiv invisible, ya que la madre del muchacho, Takumi (Kento Nagayama), se dedica a ayudar a dar a luz de forma natural a las parturientas (papel interpretado por la mítica actriz de las películas de Akira Kurosawa, Mieko Harada).
También, los abusos y la humillación a los que son sometidos los personajes (ella en el pasado y él en el presente) se muestran como otro de los hilos conductores subterráneos de un filme que se acerca a unos seres indefensos, dos pobres infelices que encuentran en esa pequeña relación clandestina una ilusión para seguir adelante dentro de ese mundo hostil y cada vez más cruel.
Tanada nos introduce de una forma serena y elegante en un espacio en el que se confunden los sueños e ilusiones con una cotidianidad gris cuyo peso cae como una losa. El sexo no deja de ser una forma de escapar de todo eso. Primero divertida, pero a medida que los sentimientos se solidifican, cada vez más dolorosa. Como dice Takumi en uno de sus pensamientos al final del filme, “¿Elegimos acaso la vida que llevamos?”
BEATRIZ MARTÍNEZ