"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
¿Es posible una actitud verdaderamente punk en la actualidad, en la Macedonia de 2011? De ello trata el segundo largometraje del director macedonio Vladimir Blazevski. Por la razón que sea, se ha tomado su tiempo para plantear esta diatriba, en forma de comedia ahora simpática, ahora dramática, en torno a la evolución de la sociedad macedonia. Su primer filme, Boulevard Revolution, data de 1992. Dos décadas enteras tardó en dirigir el segundo, tiempo suficiente para observar y documentar la situación de un país en transición, un país situado en el meollo de la cuestión, crisol de culturas encontradas (Macedonia está rodeado por Serbia, Bulgaria, Albania y Grecia).
La mayor virtud de Punk is Not Dead (2011), un gran éxito comercial en su país, es que habla de la diáspora ideológica y de los nacionalismos a partir de un relato clásico de carretera que sigue las evoluciones de un punk cuarentón, Mirsa, que conserva intactas sus ganas de juerga, por un lado, y su nihilista rechazo de toda convención, por el otro. Un amigo le consigue un trabajo a condición de que reúna a su antigua banda. El viaje para reagrupar a los miembros del grupo, que son equiparados por el propio Mirsa al grupo salvaje del western de Sam Peckinpah, tiene como meta actuar en una ciudad macedonia de mayoría albanesa. Pero como casi siempre en los relatos on the road, importa más el itinerario que la llegada. Quim Casas