"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Al final de Eternamente comprometidos, el director Nicholas Stoller y su co-guionista Jason Segel sueltan una andanada a aquellos que piensan demasiado y actúan poco. El título original del filme, “El compromiso de cinco años”, resume a la perfección esta idea: la de una pareja que de tanto esperar el momento justo, termina por desquiciarse. Se podría decir que Idiocracia no necesita todo el metraje para expresar lo mismo, sino que se basta con dos minutos, los que abren la película. Una voz en off y un montaje picado narran cómo, en pleno paso del siglo XX al XXI, la humanidad se fue idiotizando. El momento álgido del prólogo es la comparación entre dos familias: una pareja con un alto coeficiente intelectual y otra con pocas luces. Mientras la primera va postergando tener un hijo (están demasiado preocupados buscando el momento justo), la segunda se reproduce con celeridad. Así se dibuja la premisa de una película que combina la comedia más bruta con la cienciaficción
más crítica.
Dirigida por Mike Judge, maestro de lo políticamente incorrecto y responsable de Beavies y Butt-head, Idiocracia tiene el mejor arranque de las comedias recientes. Lo que viene
después está a la altura del inicio: la película se instala en un futuro digno de Wall·e. Ahora
bien, en vez de la pausa y el silencio del filme de Pixar, en Idiocracia abunda la jarana, el
retrato sin concesiones de una humanidad idiotizada, que cree que las plantas no se riegan con agua, que sólo piensa en reír a costa de la violencia y el sexo y que tiene en un militar simplón y una prostituta del pasado a sus habitantes más inteligentes. La grandeza de Idiocracia reside en la manera en que, sutilmente, Judge apunta a los poderosos
Estados Unidos como fuente del embrutecimiento. El futuro según Judge revela un único
país, de habla y costumbres norteamericanas (como tantas veces en el cine de ciencia-ficción, donde los Estados Unidos son los únicos en combatir las invasiones extraterrestres) y de pocas o nulas neuronas.
En 1999, Jugde dirigía Office Space, una película que arremete contra lo anodino de los
trabajos de oficina. Lo hace con una fotografía grisácea, que elude cualquier posibilidad de
embellecimiento. En Idiocracia, de 2006, el cineasta da rienda suelta al colorismo, a los efectos digitales aparentemente toscos y a una estética pop. No le interesa un futuro de diseño, sino todo lo contrario. Judge apunta con atino a la sociedad contemporánea, y le prende fuego mientras se echa unas risas.
V.K.