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Xingu es un parque nacional de Brasil, en la provincia del Mato Grosso, al sur de la Amazonia, famoso por ser una de las más importantes reservas ambientales y culturales del mundo. Famoso, sobre todo, por ser el resultado de la lucha de un grupo de activistas visionarios encabezados por los hermanos Villas-Boas: Orlando, Claudio y Leonardo. El film cuenta la historia de esa lucha.
A principios de los años 60, en Brasil, igual que en toda Sudamérica, empezó a vislumbrarse el potencial de la riqueza ecológica del inmenso interior del país —sobre todo, de la riqueza que la variedad paisajística y medioambiental puede producir de ser explotada según criterios economicistas—, y comenzaron a desarrollarse planes para
explotar la selva. El proyecto de la carretera transamazónica, capaz de atravesar todo
el continente de norte a sur, empezaba a ser una realidad. Precisamente Brasil fue uno
de los puntos calientes. Allí fue donde las nuevas infraestructuras provocaron mayores
problemas ambientales y paisajísticos.
En este contexto, el filme cuenta cómo los hermanos Villas- Boas accedieron al interior de la selva para establecer contacto con las tribus indígenas de la zona, que anteriormente apenas habían tenido relación con la civilización occidental. La primera reacción de los naturalistas es fomentar esa colaboración, buscando la integración de las comunidades en la sociedad brasileña, pero cuando la gripe y otras enfermedades empiezan a diezmar a las poblaciones, los hermanos se dan cuenta de que el pretendido progreso no ayuda a las poblaciones indígenas, sino que provoca destrucción y muerte, la desaparición de su modo de vida y de su cultura.
El filme describe la lucha de los Villas-Boas frente a los funcionarios brasileños para convencerles de que la única solución viable es una autonomía que garantice el aislamiento de la zona y para hacerles entender que el progreso de la metrópoli no es tal
para los indios. Los funcionarios se resisten, por supuesto: “El aislamiento no es bueno
para nadie”, dice un coronel, “el progreso, sí”.
El empeño de los naturalistas tuvo como resultado la creación en 1962 del Parque Nacional Xingu, la primera tierra indígena homologada como tal por el Gobierno brasileño, que, con una extensión de más de 27.000 km2 (casi quince veces la provincia de Gipuzkoa), la convierte en una de las mayores del mundo.
A.B.