"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Uno de los grandes problemas con que se encuentra el cinéfilo occidental a la hora de acceder a las cinematografías asiáticas es la intermitencia con que sus películas suelen llegar a las pantallas. A finales de la década de los ochenta y principios de los noventa, el cine chino –apenas conocido hasta entonces en Europa– gozó de cierta popularidad en los festivales y circuitos de cine de autor gracias a nombres como los de Zhang Yimou, Chen Kaige o Tian Zhuangzhuang. Esos directores, conocidos como la “Quinta Generación”, crearon sensuales y estilizadas cintas históricas que denunciaban ciertas lacras de la sociedad china al tiempo que utilizaban los mecanismos del cine clásico y el gran espectáculo, lo que explica parte del atractivo que tenían para el público europeo.
Las generaciones de cineastas chinos que llegaron después no gozaron, sin embargo, de semejante popularidad ni difusión de sus obras, y mucho menos en España. Solo Jia Zhangke y Wang Bing han alcanzado cierta notoriedad entre la cinefilia más elitista gracias a su paso por importantes festivales internacionales, pero c ontemporáneos suyos y directores más jóvenes que ellos siguen siendo absolutos desconocidos: nombres como los de Zhu Wen, Liu Jiayin, Zhao Ye, Emily Tang, Wu Wenguang o Cui Z'ien no le dirán nada a gran parte de los aficionados al cine actual. Sin embargo, son ellos los que están labrando un testimonio auténtico y directo de muchos de los retos, problemas y ansiedades a que se enfrenta la sociedad china, una de las más cambiantes y dinámincas del mundo.
Este ciclo, comisariado por la expera en cine asiático Bérénice Reynaud, lleva por título "Sombras digitales", un pequeño guiño a la expresión con que tradicionalmente fue conocido el cine fotoquímico en China: "sombras eléctricas". Pero el adjetivo "digital" tiene aquí un sentido que va más allá de la descripción de un soporte para registrar imágenes. Digital implica también una actitud, una forma de afrontar la relación con lo que se filma y cómo se filma: cintas ágiles y urgentes, de bajo presupuesto, que juegan con las texturas y los registros, que proponen discursos alternativos y disidentes a los de un cine planteado en términos más industriales.
Las propuestas que encontrará el espectador que quiera asomarse a esta muestra de un cine inédito en nuestro país son tan variadas como ricas en matices, muchas de ellas rozando esos límites cada vez más difusos entre realidad y ficción, jugando con las fronteras del documental o planteando historias y escenarios que sean testimon io vivo de una época que aún no hemos llegado a entender: historias domésticas e individuales que pueden ser síntoma de una sociedad, relatos trágicos o humorísticos que ponen muchas cuestiones candentes sobre la mesa, retratos de rincones oscuros que el cine convencional nunca se preocupa por mostrar, recorridos por paisajes nunca frecuentados… Una oportunidad para descubrir un cine que no busca exportar esa China exótica que todos esperamos ver, sino reflejar la China que está luchando por conocerse mejor a sí misma.
Roberto Cueto