Aunque vive en los Estados Unidos, Marlene Dermer se considera profundamente limeña. “Mi familia emigró de Perú cuando yo era muy pequeña y aterrizamos en Nueva Orleáns”. Desde entonces, su vida ha transcurrido fundamentalmente en suelo estadounidense, donde se formó primero en arte y después en cinematografía, y donde comenzó una polifacética carrera cuyo exponente más destacado es la puesta en marcha de Los Ángeles Latino Internacional Film Festival (LALIFF) , que este año ha cumplido su decimocuarta edición. Se trata de uno de los certámenes más importantes de cine latino en los EEUU, y por él han pasado figuras de la cinematografía mexicana como Gabriel Figueroa o María Félix, brasileños como Nelson Pereira Dos Santos, o españoles como Pedro Almodóvar y Antonio Banderas. “En él compiten películas terminadas que muestran a través del cine la enorme riqueza cultural de nuestra comunidad latina, y con él pretendemos mostrar el talento que existe detrás y delante de la cámara, y abrir puertas a los latinos en los Estados Unidos”.
Tras catorce años de trayectoria, el certamen es uno de los acontecimientos más importantes de la cinematografía hispana y, según explica Marlene Dermer, cuenta con el apoyo de patrocinadores empresariales y de la comunidad cinematográfica de Hollywood: “Somos el único festival latino que tiene una copia de lo que se muestra en la librería de la Academia de Hollywood, que reconoce también nuestros galardones en la categoría de cortometraje”.
Divulgar lo latino
Marlene Dermer, que este año llega al Festival como componente del Jurado de Horizontes Latinos, se confiesa una enamorada del cine desde niña, y comenzó muy joven su apuesta por la defensa de la cultura latina en los Estados Unidos, desde que en 1984 trabajó en el pabellón de Perú en la Exposición Internacional de Nueva Orleáns: “He visto tal desconocimiento en la sociedad estadounidense sobre la cultura latina que decidí que mi labor iba a consistir en mostrar la riqueza y la diversidad de nuestro cultura a través del cine, mi lenguaje desde niña y un lenguaje universal que llega como ninguno . ¿Para qué vas a llenar a la gente de rollos –añade– ¿no es mejor llevarla de viaje a los lugares a los que nunca iremos? ”.
Después, siempre ha trabajado en el mundo del cine y de la televisión, en la producción, en los departamentos de arte, y finalmente recaló en los estudios de la Paramount Pictures .
Su trayectoria profesional permite a Marlene tener una visión muy amplia de la nueva cinematografía latina, especialmente de los realizadores estadounidenses, a muchos de los cuales “les he visto venir con su primer corto y, a la vuelta de los años, regresar con su largometraje. En el Festival siempre contamos con ellos, porque hay muchas nuevas voces y aportan una visión única de las historias de la gente latina de aquí. Hay relatos del sur, de frontera en Tejas o en California; hay autores de la costa Este, con historias más urbanas y más crudas. Otros presentan esa lucha por una mejor vida, o la experiencia del nuevo emigrante, de la tercera generación que ni habla español, de los sudamericanos, de los españoles … Dentro del mismo país hay mucha diversidad, visiones y experiencias diferentes” .
Mostrar todo ello es el deseo de Dermer: “Ése es mi gran reto para programar, porque yo quiero mostrar esa diversidad y también lo que nos une. Somos una de las culturas más ricas y más divertidas, y es importante presentar ese abanico.Tenemos miles de historias que contar, y sin duda, es nuestro derecho estar en las pantallas de todo el mundo”. Marlene mantiene una impresión general muy optimista sobre la actualidad: “Yo empecé a programar hace 18 años y mi visión del cine latino es que va siempre hacia arriba. No es fácil, pero yo digo a los que empiezan que todo lo que vale la pena hay que lucharlo; nada es fácil, y hacer una película tampoco: Andy García estuvo 16 años para hacer su Lost City; mi socio Eduard James Olmos, once para American Me y a Coppola Apocalypse Now le costó 16 años”.
Pili YOLDI