"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Aunque sería absurdo sugerir que el Festival lo tuviera relegado en su programación, parece un acierto que dedique una de sus grandes retrospectivas de este año a hacer balance del cine documental reciente: justo al final de una década, la primera del nuevo milenio, que ha cosechado los frutos de la prodigiosa evolución que esta práctica comenzó a conocer a lo largo de la década anterior. Para un número todavía grande de espectadores, documental sigue equivaliendo a reportaje, es decir, un tipo de programa televisivo o, en todo caso, un tipo de película en donde lo informativo prima sobre lo expresivo o lo argumentativo. Esta percepción contrasta con los debates que ocupan a los especialistas, que llevan años proponiendo términos como cine de no ficción , documental
poético, etnografía experimental, cine-ensayo o el casi defensivo de documental de creación para denominar el proteico cine de lo real.
El abundante ciclo que propone el Festival pretende trazar un puente entre estas dos ideas del documental. Están presentes quienes han contribuido a hacerlo visible, a nivel nacional (el Guerín de En construcción) e internacional (el Moore de Fahrenheit 9/11). También los maestros del cinéma vérité: el norteamericano Wiseman (Boxing Gym), el francés Depardon (La vie moderne). Ylos autores de insuperables crónicas históricas: Lanzmann traza en Sobibor el contraplano de su Shoah,Panh da una lección en S-21, la máquina roja de matar de cómo indagar en un genocidio, Morris radiografía en The Fog of
War la política exterior estadounidense y Ujica, en Autobiografía lui Nicolae Ceausescu, la política interior rumana.Hay retratos memorables: de un personaje que condensa el activismo de una era (Lucio), de un inefable cantautor (The Devil and Daniel Johnston),
de una de las pocas mujeres asesinas en serie (Aileen: Life and Death of a Serial Killer). Y autorretratos aún más memorables, como Tarnation, Más allá del espejo, Cinco condiciones o Les Plages d’Agnès.
El ciclo incluye en un extremo películas como Route 181 (sobre el conflicto palestino-israelí) o When the Levees Broke (un exposé de la tragedia del Katrina) cuya duración, ambición y explícita indignación política las aparta del aséptico reportaje convencional.
En el otro extremo, películas de escritura experimental: Profit Motive and the Whispering
Wind (elegía de una cierta utopía americana), Los Angeles Plays Itself (uno de los grandes ensayos de la década, recomendado para cinéfilos),Los rubios (sobre la fragilidad de la memoria histórica), las nueve horas de la ya mítica West of the Tracks, y los remontajes
de metraje encontrado como Oh Uomo! o Blockade. Finalmente, un bloque de títulos
(Jogo de cena, La leyenda del tiempo, My Winnipeg, The Wild Blue Yonder, Mysterious Object
at Noon) recorre la línea de sombra entre ficción y documental con resultados fascinantes.
Antonio WEINRICHTER