"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
En sus películas anteriores ya quedaba claro el interés del director kurdo Bahman Ghobadi por la música de su país. En Half Moon se veía su afición por la música tradicional kurda, y ahora nos muestra un aspecto de la realidad iraní y de su capital, Teherán, prácticamente desconocido para los occidentales, la existencia de grupos de rock and roll que hacen lo que pueden para sobrevivir y dar a conocer su música haciendo frente alas prohibiciones y la represión del régimen de los ayatolás, que precisamente durante estos últimos meses ha mostrado su imagen más dura en un intento de destruir el movimiento opositor surgido a raíz de las últimas elecciones celebradas en el país.
Mucho se ha hablado de las azoteas y los tejados de Teherán como un espacio de cierta libertad, en el que proliferaban las antenas parabólicas, uno de los pocos medios de recibir información del exterior, o se reunían por la noche los ciudadanos para celebrar alguna fiesta. Los grupos de rock que aparecen en esta película también se refugian de la represión en las terrazas o en los sótanos,lugares que sirven a muchos jóvenes para respirar un poco. Y es que, como subrayan muchos analistas políticos, la juventud de gran parte de la población iraní es el principal factor que hace pensar que el régimen islamista no va a durar demasiado.
Creo que fue Yves Montad quien dijo hace ya unos cuantos años que lo único que tenía en común la juventud de todo el mundo era la música, y más concretamente el rock. Y esto queda todavía más claro con la película de Ghobadi, rodada en un país en el que la mayoría de las personas ni se imaginan que pueda haber una escena rock independiente. Y al ver No One Knows about Persian Cats algunos se habrán acordado también de Cruzando el puente: los sonidos de Estambul, el documental de Fatih Akin sobre las diferentes músicas de la ciudad turca. En el caso de Ghobadi hay un argumento de ficción, pero lo fundamental es la música y las ganas de crear de unos chavales que se sienten libres con una guitarra eléctrica en las manos.
De nuevo queda clara en esta película la maestría de Bahman Ghobadi para contar con imágenes historias de su tierra, del Kurdistán o de Irán, y de sus gentes, sean niños en medio de la guerra, ancianas cantantes recluidas en ciudades fantasmas o músicos capaces de desafiar a todo un régimen teocrático por una buena canción de “rock indie”. Supongo que en los próximos meses, cada vez que vea imágenes de las manifestaciones reprimidas en Teherán, me acordaré de que en Teherán también hay unos chavales que conocen cuatro acordes y sueñan con sacar un disco.
M.B.