"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Mathieu Amalric y Jalil Lespert son dos de los actores franceses que en estos últimos años han pasado a la dirección. Es una práctica habitual entre los nombres encuadrados en La Contraola: Mathieu Kassovitz, Xavier Beauvois, Agnès Jaoui, Valerina Bruni Tedeschi y Mia Hansen Love también han dado este paso. El caso de Amalric es el más notable dado su peso específico como intérprete: en tres de las películas de este ciclo –Rois et reine, L’histoire de Richard O. y Un homme, un vrai– pueden apreciarse sus dotes camaleónicas, igual que en sus trabajos para Olivier Assayas, Bertrand Bonello, Nicolas Klotz y el resto que ha realizado para Arnaud Desplechin.
En Le stade de Wimbledon (2001), su segundo largo como realizador, Amalric no se reserva ni siquiera un pequeño papel. El protagonismo recae absolutamente en Jeanne Balibar, entonces su compañera sentimental y otro de los rostros que marcan el cine francés del último decenio. La actriz, que aún no ha probado las mieles de la dirección pero sí las de la música –tiene publicados dos discos– encarna a una mujer que sigue el rastro, tan difuso como lo es la brumosa y fronteriza ciudad donde transcurre la acción,Trieste, de un literato que nunca llegó a publicar. La película es así la búsqueda de algo intangible: ¿cómo se reconocen los trazos de un artista que guardó sus creaciones para si mismo?
La pausa de Amalric como director en Le Stade de Wimbledon no tiene mucho que ver con su interpretación extravertida en Un homme, un vrai (2002), uno de los filmes que ha rodado a las órdenes de Arnaud y Jean-Marie Larrieu, directores que de vez en cuando actúan en cortos de sus amigos. Es en trabajos como éste, una tragicomedia sobre el auge y caída del sentimiento amoroso donde se mezclan el género musical (con canciones de Philippe Katerine escenificadas de manera irónica), el gazpacho, las citas a Jean-Luc Godard y el particular sentido del humor que define a los hermanos Larrieu, donde Amalric ha forjado su estilo entre lírico e impetuoso, siempre tan determinante en la mirada y el gesto corporal.
El registro actoral de Jalil Lespert, protagonista de Recursos humanos de Laurent Cantet, es bien distinto, mucho más pausado. Tras forjarse un nombre en filmes de Xavier Beauvois, Robert Guédiguian y Alain Resnais, Lespert pasó a la dirección en 2007 con 24 mesures, su único largo hasta la fecha. Se trata de una película de historias cruzadas que sigue durante una noche las evoluciones de una serie de personajes con cuentas que saldar. En el reparto, además de Benoît Magimel y Clotilde Hesme, destaca la presencia del veterano "jazzman"Archie Shepp, que interviene en la historia más bella y triste de la película.